Evangelio martes 23 de abril 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Se
celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se
paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le
preguntaron: “¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo
abiertamente”. Jesús les respondió: “Ya se los dije, pero ustedes no lo creen.
Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no
creen, porque no son de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las
conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y
nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a
todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre.
El Padre y
Yo somos una sola cosa”. Juan 10, 22-30.
La
excelente identidad de un buen pastor, Aquel que guarda una relación con su
Padre celestial. Aquel que se convierte en ejemplo para sus ovejas. La historia bíblica enseña que la misión del
Pastor aparece en la cultura israelita, la de aquellos hombres que empezaron
cuidando de las ovejas. Por ejemplo, Moisés es un buen ejemplo de aquella
persona que cuidaba las ovejas de su suegro Jetró, que era sacerdote de Madián.
En medio de su pastoreo recibe el llamado de Dios: “Quítate las sandalias,
porque estás en mi presencia” (cfr. Éxodo 3, 1-22).
Moisés
gozaba de las buenas cualidades de un pastor. Su misión consistía en conducir
al pueblo de Dios logrando su liberación de la esclavitud de los egipcios.
Los hermeneutas le reconocen a Moisés las virtudes de: ser una persona muy fiel
a lo que se había comprometido. “Dios dice que le confió toda su casa a él”
(Números 12, 7). Moisés un hombre muy humilde. Incluso se llega a decir que no
había persona más humilde que él en la tierra. (Números 12, 3). Moisés fue muy
obediente a las órdenes de Dios.
Otro
ejemplo es la vida de David. Siendo un pastor de ovejas, llegó a ser un gran
Rey. Un hombre inteligente, atento, temerario, luchador. Supo arrepentirse
a tiempo de su pecado y salvó su alma y su cargo de Rey, así lo dejó escrito en
el Salmo 51 “Ten piedad de mí, oh Dios, en tu bondad, por tu gran corazón,
borra mi falta.
Que mi alma
quede limpia de malicia, purifícame tú de mi pecado. Pues mi falta yo bien la
conozco y mi pecado está siempre ante mí; contra ti, contra ti sólo pequé, lo
que es malo a tus ojos yo lo hice. Por eso en tu sentencia tú eres justo, no
hay reproche en el juicio de tus labios.”
Nuestra
tarea es lograr ser pastores a imagen del “Buen Pastor”. Escuchando su
Palabra, imitando su nobleza de corazón, su grandeza del alma, su caridad
práctica con todas las personas.
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