Evangelio miércoles 1 de mayo
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús dijo
a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta
todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más
todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que Yo les anuncié. Permanezcan
en mí, como Yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto
si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la
vid, ustedes los sarmientos.
El que permanece en mí, y Yo en él,
da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no
permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge,
se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.” °°° Juan 15, 1-8.
La
experiencia con Cristo resucitado nos convierte en testigos de la esperanza.
La clave para poder cumplir con esa misión la enseñó el mismo Maestro de
Nazareth: “Permanezcan en mí, yo permanezco en ustedes”. La experiencia con el
resucitado es motivo de gozo, de paz, de alegría, de fe, de cumplimiento de las
promesas de un Dios Padre, de un Dios Hijo, de un Dios Espíritu que se quedó
para permanecer con nosotros.
El
amor ha sido el patrimonio o el hilo conductor del querer de Dios, desde la
misma creación, el Hijo de Dios brota del amor del Padre, y de la misma
manera realiza su misión desde el amor a su Padre, la sostiene durante todo el
tiempo y prevé a sus discípulos para que tengan en cuenta que con las armas del
amor encontrarán el resultado de una vida nueva. el Maestro, le añade a ese
sentimiento grande y noble la –permanencia-.
Permanecer en el amor de Dios, es contar con un
soporte fijo para una misión interminable, es el quehacer permanente de los hijos de
Dios, es la solidificación de la fe, es la tarea ineludible de la Iglesia. Dios
nos envía a amar y el mismo sostiene ese amor con los sacramentos, con la
Iglesia, con la oración, con la presencia de su Santo Espíritu.
El
Papa Francisco nos recuerda que: “vivir en la corriente del amor de Dios, tener
allí una morada estable, es la condición para hacer que nuestro amor no pierda
su ardor y su audacia”. “Debemos recibir con gratitud el amor que viene del
Padre, y permanecer en este amor, tratando de no separarnos de él con el
egoísmo o el pecado”.
“El
amor se realiza en la vida de todos los días, en las actitudes, en las acciones,
de otra manera es algo meramente ilusorio. Jesús nos pide observar sus
mandamientos, que se resumen en esto: «ámense unos a otros como yo los he
amado» (Juan 15, 12). (cfr. Ángelus, 6 de mayo, 2018).
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