26 de abril de 2024

JESUCRISTO REVELA A SU PADRE DIOS Evangelio sábado 27 de abril 2024


JESUCRISTO REVELA A SU PADRE DIOS              
Evangelio sábado 27 de abril 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Dijo Jesús a sus discípulos: Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Le dice Jesús: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe?
 
El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ¿Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.” °°° Juan 14, 7-14.
 
            Existe una identidad entre el Padre y el Hijo. La manera de conocer al Padre, es siguiendo las huellas del Hijo. La manera de conocer al Hijo es creyendo y maravillándose de las obras que Él realiza gracias al Padre. El buen creyente, el buen discípulo, logrará hacer cosas fenomenales por las demás personas, cuando crea en el poder y las gracias que concede el Hijo a todos aquellos que deseen cumplir la misión con su objetivo: “todo lo que pidan en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. (Juan 7, 14). 
 
            El credo o el símbolo de los apóstoles, nos permite conocer y entender la relación entre el Padre y el Hijo. Los católicos creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Entendemos que el Padre está en el Hijo y el Hijo permanece en el Padre celestial. Creemos en Dios, pues Él es el que es, como él mismo reveló a Moisés (cfr. Éxodo 3, 14), él es Amor, como nos enseñó el apóstol Juan (cfr. 1 Juan 4,8) de tal manera que estos dos nombres, Ser y Amor, expresan inefablemente la misma divina esencia de aquel que quiso manifestarse a sí mismo a nosotros y que, habitando la luz inaccesible (cfr. 1 Timoteo 6,16)
 
Sólo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de sí mismo, revelándose a sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo. (cfr. San Pablo VI, credo del pueblo de Dios, 30 de junio, 1968).
 
            Toda la vida de Jesucristo guardó una profunda relación con su Padre celestial. La virtud de la prudencia condujo siempre las decisiones del Hijo, en ningún momento se independizó de su Padre, sino que, al contrario, hizo entender a la humanidad que él era muy respetuoso de las obras de su Padre y muy responsable de las obras a él encomendadas.
 
Todo el ministerio de Jesucristo estuvo siempre acompañado de su Padre celestial. El mismo Jesús advierte a sus seguidores que todo lo que Él les ha dado a conocer, lo recibió de su Padre celestial. (cfr. Juan 17, 8). 

El Papa Benedicto XVI enseña que: El Hijo de Dios, con su encarnación, muerte y resurrección, nos libró de la esclavitud del pecado para darnos la libertad de los hijos de Dios, y nos dio a conocer el rostro de Dios, que es amor: Dios se puede ver, es visible en Cristo. (cfr. Ángelus, 22 de mayo, 2011).
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