Evangelio martes 30 de abril 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Les he
dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. Ya no
hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este
mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que
yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.» Juan 14, 27-31ª.
La resurrección del Maestro trae
muchas bendiciones y orientaciones eternas para quienes siguen al Salvador del
mundo. Podemos pensar en dos dones que deben permanecer en la vida, la Iglesia,
en las comunidades y en la misma misión. Ellos son: La paz y la alegría de
todos aquellos que viven según las cláusulas del misterio pascual.
Jesucristo nos propone una cultura sobre la
paz. Construir una cultura de paz no es tarea fácil, ni inmediata, no es algo que podamos
conseguir de una vez y para siempre. Sabemos que es un proceso y una tarea
permanente que demanda muchos esfuerzos, compromiso y voluntad. Es necesario
tejer caminos de esperanza con una visión iluminada por el Evangelio de la
vida, evangelizando desde el Anuncio de Jesucristo, Él es nuestra paz y ha
derribado el muro que nos separaba, el odio.
La
paz es don de Dios porque es fruto de su reconciliación con nosotros. Solo
si se deja reconciliar con Dios, el hombre puede llegar a ser constructor de
paz. Hay que seguir las huellas del Maestro: “Aprendan de mí que soy manso y
humilde de corazón” (Mateo 11, 28). Nuestro
segundo don es la “Alegría”. Entendemos
que la Alegría es un don del Espíritu Santo.
Cuando una persona se deja guiar por
el Espíritu de Dios, reconoce los frutos del Espíritu Santo: amor, alegría paz, paciencia, afabilidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí. Gálatas 5, 16-26.
La
primera portadora del anuncio la resurrección de Jesucristo, comunica expresión
desbordante de gozo y alegría por saber que el Maestro está vivo. Esa fue
la experiencia de María de Magdala. (cfr. Juan 20, 11-18). San Juan Pablo II al
inicio de su pontificado decía al mundo eclesial: “No tengan miedo, salgan con
alegría a anunciar el Evangelio”.
El máximo
acontecimiento de la historia de la salvación es la “resurrección”. El
resucitado transmite paz y alegría. (cfr. Juan 14, 27-31ª). San Pablo, llama a quienes anuncian la
Palabra “servidores” no señores de la fe, sino servidores de vuestra alegría,
dice san Pablo °°° (cfr. 2 Corintios 1, 24).
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