9 de abril de 2024

DIOS ESTÁ INTERESADO EN SALVAR LA HUMANIDAD Evangelio miércoles 10 de abril 2024


DIOS ESTÁ INTERESADO EN SALVAR LA HUMANIDAD
   
Evangelio miércoles 10 de abril 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Dijo Jesús: Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él no es condenado, el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.

            En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.” Juan 3, 16-21
 
            El deseo de Dios es que todos los hombres y mujeres se salven. Un requisito fundamental es que cada persona bautizada acepte a Jesucristo como su único Salvador por medio de la fe. No se entiende la salvación, si no está de por medio la fe. Se podría decir que la fe es un requisito Sine qua non para poder gozar de la salvación que viene única y exclusivamente de Dios.
 
            El Padre celestial, inició un proceso de salvación a través de los patriarcas, después a través de los profetas, y por último dice la Sagrada Escritura, envió a su Hijo único, para que Él se encargara de comunicar los planes de su Padre celestial.  El mismo Hijo como Palabra eterna del Padre, es anunciado en su venida, y no lo hace de un momento a otro, sino que prepara la comunidad 800 años antes con el profeta Isaías, hasta que llega el momento especial. El profeta anuncia que el niño que va a nacer será el Emmanuel o Dios con nosotros. (cfr. Isaías 7, 14-15). El Profeta Miqueas nos indica el lugar donde nacerá el salvador, en Belén (Miqueas 5, 1-2).
 
            Dios vino a salvar el mundo. Dios no condena a nadie. Lo que se le ocurrió a Dios fue abrir un plan de salvación. Dicho plan supone aceptar al Maestro como único salvador y lo será a través de las obras buenas. La Escritura llama obras de la luz, vivir según la luz.
 
El cuarto Evangelio tiene toda la razón en advertir que cada persona elige en su salvación o en su condenación. Si elige la salvación, camina según las obras de la luz. Es cierto que la salvación viene de Dios y es gratuita, pero también es cierto que, si no logramos traducir nuestra fe en buenas obras, la misma fe se convierte en algo inútil.
 
El Papa Francisco nos recuerda que: La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús no ha amado “hasta el extremo”, es decir, no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el extremo límite del amor.” (cfr. Ángelus, 15 de marzo, 2015).
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