“Si no descansa el alma, tampoco puede descansar el cuerpo. El verdadero descanso tiene en cuenta que el hombre, como imagen de Dios y está radicalmente ordenado a Dios. El verdadero descanso exige la amistad con Dios. El descanso integral fue dado al mundo en Cristo.”
El Papa Francisco habla de los
verbos de un buen pastor: ver, tener compasión, enseñar. Los dos primeros son
la actitud esencial del Maestro, él siempre mira con los ojos del corazón.
De esta compasión nace el deseo de Jesús de nutrir a la multitud con el pan de
su palabra. O sea, enseñar la palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene
compasión; Jesús enseña.
Estos dos verbos: "ver" y "tener compasión", configuran a Jesús como el Buen Pastor. También su compasión no es solo un sentimiento humano, pero es la conmoción del Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de nutrir a la multitud con el pan de su palabra. O sea, enseñar la palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene compasión; Jesús enseña. ¡Qué bello es esto!
La caridad de Jesucristo no
conoce el ensimismamiento en los propios problemas o dificultades. Él nos
enseña a salir del círculo estrecho de mi "yo y mis
circunstancias", sean éstas felices o penosas. Cuando más queramos
encerrarnos en nosotros mismos, levantemos la mirada del corazón y veamos a
Cristo en la barca, predicando sin descanso a sus hermanos, los hombres.
Imitemos su ejemplo y extendamos su Reino con generosidad. Pensemos en lo que
realmente vale la pena: la salvación de las almas a nosotros encomendadas. (cfr.
Ángelus 19 de julio, 2015).