¿Por qué es tan difícil para muchas
generaciones poder entender y aceptar el ser de Dios, la razón de ser al enviar
su Hijo al mundo? ¿Lo que hace y dice el Maestro de Nazareth? ¿Reconocer al
Mesías y su Reino? Cuando un creyente se deja guiar más por el Espíritu de
Dios, no se hace esclavo de la ley, al contrario, reconoce los frutos del
Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. (Gálatas 5, 16-26).
Así es la fe, se convierte en una actitud objetiva frente a Dios. Creemos en un
Dios que se ha revelado a través de la Palabra que hemos recibido de la
Iglesia; Palabra que es preciso conocer, aprender y convertirla en vida.
El Papa Francisco se pregunta,
por qué existen personas que no logran entender los signos de los tiempos: “¿Por
qué estos doctores de la ley no entendían los signos de los tiempos y pedían un
signo extraordinario, por qué no entendían? Antes que nada, porque estaban
cerrados. Estaban cerrados en sus sistemas, habían organizado muy bien la ley,
una obra maestra. Todos los hebreos sabían lo que se podía hacer y lo que
no, hasta donde se podía llegar. Estaba todo organizado, todos se sentían
seguros allí.
Para ellos eran cosas extrañas las que hacía Jesús: Ir con los pecadores, comer con los publicanos. A ellos no les gustaba, era peligroso; estaba en peligro la doctrina, esa doctrina de la ley, que ellos, los teólogos, habían creado a lo largo de los siglos.
La
habían hecho por amor, para ser fieles a Dios. Pero se encerraron allí,
sencillamente habían olvidado la historia. Habían olvidado que Dios es el Dios
de la ley, pero es el Dios de las sorpresas. Por otro lado, también a su
pueblo Dios le ha reservado sorpresas muchas veces, como cuando le ha salvado
de la esclavitud de Egipto. Ellos no entendían que Dios es el Dios de las
sorpresas, que Dios es siempre nuevo; que nunca reniega de sí mismo, que nunca
dice que se ha equivocado, nunca, pero nos sorprende siempre. Y ellos no
entendían y se encerraban en ese sistema hecho con tanta buena voluntad y le
pedían a Jesús: 'Pero, ¡Haz un signo!' Y no entendían los muchos signos que
hacía Jesús (cfr. Homilía 13 de octubre 2014).