El enviado de Dios, es una prolongación del misterio de Jesús, es quien recibe el mensaje, lo acepta, se convierte y participa de los poderes de Cristo. Así lo enseña la Sagrada Escritura. Hombres y mujeres que han aceptado el reto de la conversión personal, han podido prolongar la obra de Dios en el mundo. Un gran apóstol es alguien que piensa más en la obra que está realizando y menos en su propia complacencia. Un enviado de Jesucristo, es quien recibe el mensaje, lo acepta, se convierte y participa de los poderes de su Maestro.
El Papa Francisco piensa que: quien es discípulo de Jesús es una persona libre. “el discipulado es la verdadera identidad del cristiano, y será el discipulado lo que te dará la libertad. El discípulo es un hombre libre porque permanece en el Señor. Y permanecer en el Señor, ¿Qué significa?: Dejarse guiar por el Espíritu Santo”.
“Aquellos que permanecen en la Palabra de Jesús, tienen la específica identidad cristiana, y ¿Cuál es?: ‘Sois de verdad mis discípulos’. La identidad cristiana no es una carta de identidad que diga ‘yo soy cristiano’. No. La identidad cristiana es el discipulado. Tú, si permaneces en el Señor, en la Palabra del Señor, en la vida del Señor, serás discípulo”.
“si no permaneces en el Señor serás
uno que simpatiza con la doctrina, que sigue a Jesús como un hombre que hace
mucha beneficencia, que es muy bueno, que tiene valores justos”, pero no un
discípulo.
En
cambio, “el discípulo se deja guiar por el Espíritu. Por esto, el discípulo
siempre es un hombre de la tradición y de la libertad. Es un hombre libre.
Nunca sujeto a ideologías, a doctrinas dentro de la vida cristiana, doctrinas
que pueden discutirse… Permanece en el Señor. Es el Espíritu que lo inspira”.
(cfr. Homilía, 1 de abril 2020).