14 de mayo de 2022

EL AMOR ES CARTA DE PRESENTACIÓN DE UN CREYENTE Evangelio Domingo 15 de Mayo 2022


EL AMOR ES CARTA DE PRESENTACIÓN DE UN CREYENTE     
Evangelio Domingo 15 de mayo 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto.» «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también  ahora a vosotros.” (Juan 13, 31-33ª. 34-35).

El Hijo de Dios prefiere cimentar la misión, sobre una base sólida y renovadora: Es sólida porque el amor no admite ambigüedades. Es renovadora, porque la antigua tradición se contentaba con expresar el amor a Dios a través de ritos y fórmulas. Según el Maestro: el amor a Dios, pasa a través del amor a los demás y se convierte en la carta de presentación de un cristiano. Nadie puede atreverse a decir que ama a Dios, mientras lastima a su hermano, censura a los demás, destruye la dignidad del otro. (cfr. 1 Juan 4, 20). 

Así que: “No hagan mal, el uno al otro, sino que teman a Dios, porque yo soy el Señor vuestro Dios” (Levítico 25, 17). El amor es el mandato esencial del cristianismo, es la base de la salvación, será bienaventurado quien aprenda amar al estilo de Dios y hacer el bien al estilo de Dios, a perdonar, al estilo de Dios. Afirma el Papa Francisco: “Sólo seremos de verdad bienaventurados, felices, cuando entremos en la lógica divina del don, del amor gratuito, cuando nos demos cuenta de que Dios nos ha amado infinitamente para hacernos capaces de amar como él, sin medida.” (Jornada mundial de la juventud 2016).
 
Jesús, el Señor, encontró el punto de equilibrio entre lo que tendría que ser su Reino y la Iglesia como presencia de Él en el mundo: “La señal, por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros”. No es de un cristiano auténtico el odio, la venganza, la falsedad, la hipocresía, etc. El punto de partida no es la reacción violenta, la historia cuenta todo lo contrario: las primeras comunidades que comenzaron a vivir la Palabra de Dios, lograron el efecto que emana de la Buena Nueva: Vivían en comunidad.
 
Cuando Judas sale del Cenáculo, el hijo de Dios propone tres realidades: La glorificación, el anuncio de su partida y por supuesto que el mandamiento del amor. El primero es una excelente petición al Padre celestial ““Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti.” (Juan 17,1). La glorificación de Jesús es su muerte en la cruz, su resurrección y ascensión al cielo. Si el Padre glorifica a Jesús, deja en evidencia quién es Jesús. En su partida Jesucristo sabe que él tiene origen en el Padre celestial, esa es la razón de su partida: “Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y me voy al Padre” (Juan 16, 28).  El mandato del amor según Cristo no es una utopía. Amar es el modelo de vida cristiana por excelencia.
 
El libro del Levítico en su capítulo 19 presenta los mandatos del Señor. Los conocemos como la tabla de los 10 mandamientos, todos los preceptos guardan un denominador común “El amor”, porque es la única fuerza capacitada para entender lo que es de Dios, lo que es del hombre mismo, lo que es de los demás. Sin el amor es imposible entender la regla de oro para una vida sana y feliz.  Dios propone el amor, y a su vez, pospone el odio y la venganza.  Es muy propio de la santidad de Dios perdonar, es un requisito indispensable de quien es santo “perdonar y olvidar.”  Hay que sembrar para recoger y dar para recibir. Posiblemente en nuestra vida estamos aplicando esta fórmula al revés. Pretendemos condicionar las personas a nuestras exigencias y caprichos. Es más atractivo que nos den, que nos estimulen, que nos tengan en cuenta, que se preocupen por nuestro bienestar, que accedan aprobando nuestras ideas.