EL AMOR ES CARTA DE PRESENTACIÓN DE UN CREYENTE
Evangelio Domingo 15 de mayo 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto.» «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros.” (Juan 13, 31-33ª. 34-35).
Así que: “No
hagan mal, el uno al otro, sino que teman a Dios, porque yo soy el Señor
vuestro Dios” (Levítico 25, 17). El amor es el mandato esencial del
cristianismo, es la base de la salvación, será bienaventurado quien aprenda
amar al estilo de Dios y hacer el bien al estilo de Dios, a perdonar, al estilo
de Dios. Afirma el Papa Francisco: “Sólo seremos de verdad bienaventurados,
felices, cuando entremos en la lógica divina del don, del amor gratuito, cuando
nos demos cuenta de que Dios nos ha amado infinitamente para hacernos capaces
de amar como él, sin medida.” (Jornada mundial de la juventud 2016).
Jesús,
el Señor, encontró el punto de equilibrio entre lo que tendría que ser su Reino
y la Iglesia como presencia de Él en el mundo: “La señal, por la que conocerán
todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros”. No es de un
cristiano auténtico el odio, la venganza, la falsedad, la hipocresía, etc. El
punto de partida no es la reacción violenta, la historia cuenta todo lo
contrario: las primeras comunidades que comenzaron a vivir la Palabra de Dios,
lograron el efecto que emana de la Buena Nueva: Vivían en comunidad.
Cuando
Judas sale del Cenáculo, el hijo de Dios propone tres realidades: La
glorificación, el anuncio de su partida y por supuesto que el mandamiento del
amor. El primero es una excelente petición al Padre celestial ““Padre, ha
llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti.”
(Juan 17,1). La glorificación de Jesús es su muerte en la cruz, su
resurrección y ascensión al cielo. Si el Padre glorifica a Jesús, deja en
evidencia quién es Jesús. En su partida Jesucristo sabe que él tiene origen en
el Padre celestial, esa es la razón de su partida: “Salí del Padre y vine al
mundo; de nuevo dejo el mundo y me voy al Padre” (Juan 16, 28). El mandato del amor según Cristo no es una
utopía. Amar es el modelo de vida cristiana por excelencia.
El
libro del Levítico en su capítulo 19 presenta los mandatos del Señor. Los
conocemos como la tabla de los 10 mandamientos, todos los preceptos guardan un
denominador común “El amor”, porque es la única fuerza capacitada para entender
lo que es de Dios, lo que es del hombre mismo, lo que es de los demás. Sin el
amor es imposible entender la regla de oro para una vida sana y feliz. Dios propone el amor, y a su vez, pospone el
odio y la venganza. Es muy propio de la
santidad de Dios perdonar, es un requisito indispensable de quien es santo
“perdonar y olvidar.” Hay que sembrar
para recoger y dar para recibir. Posiblemente en nuestra vida estamos aplicando
esta fórmula al revés. Pretendemos condicionar las personas a nuestras
exigencias y caprichos. Es más atractivo que nos den, que nos estimulen, que
nos tengan en cuenta, que se preocupen por nuestro bienestar, que accedan
aprobando nuestras ideas.