12 de mayo de 2022

JESUCRISTO INDICA EL CAMINO, LA VERDAD Y EL MODELO DE VIDA Evangelio Viernes 13 de mayo 2022


JESUCRISTO INDICA EL CAMINO, LA VERDAD Y EL MODELO DE VIDA 
Evangelio Viernes 13 de mayo 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“En la última cena, dijo Jesús a sus discípulos: No se inquiete su corazón. Crean en Dios y crean en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones, si no fuera sí, ¿les habría dicho que voy a prepararles un lugar? Cuando haya ido y les haya preparado el lugar, vendré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que done yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino de ese lugar a donde voy.” (Juan 14, 1-6).
            El Hijo de Dios se propone a sus seguidores como el Camino, como la verdad y como la vida. El paquete completo, para que un buen discípulo misionero, un buen evangelizador, un buen consagrado, un distinguido catequista, sepa cuál es la ruta correcta para cumplir con la misión que el Maestro desea.  Jesucristo es el camino: Dice el libro sagrado, llamó a los doce apóstoles, los fue enviando, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos y les encargó que llevaran para el camino, solo lo bueno, lo útil, lo necesario. Salieron a predicar la conversión, sacaron demonios, ungieron con aceite a los enfermos y curaban a todo el que lo necesitara. (cfr. Marcos 6, 7-13). El Papa Francisco recomienda que cada cristiano y cada bautizado discierna cuál es el camino que el Señor le pide: “Todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (Evangelii Gaudium, 20).
            Jesucristo es la verdad. El evangelista san Juan expresa de una manera sabia, la relación entre la luz y la verdad, quien lo logra vivir según ese binomio, sus obras no serán contrarias al querer y a la bondad de Dios: “Todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que vea que sus obras están hechas según Dios”. °°° Juan 3, 14-21.  Cuando pensamos en la verdad, descubrimos que es la vida de Jesús, su ser, su obra, sus palabras, sus gestos, su personalidad, todo aquello que se debe manifestar en nosotros como discípulos. El apóstol san Pablo lo predica muy bien diciendo: “Siempre llevamos la muerte de Jesús por todas partes en nuestro cuerpo, para que la vida de Jesús también se manifieste en nuestro cuerpo. Pero, mientras vivimos, nos vemos continuamente entregados a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal." (II Corintios 4, 10-11).
 
Vivimos en una época en la que se es más bien escéptico con respecto a la verdad. Benedicto XVI ha hablado muchas veces de relativismo, es decir, la tendencia a creer que no hay nada definitivo, y a pensar que la verdad está dada por el consenso general o por lo que nosotros queremos. Surge la pregunta: ¿existe realmente "la" verdad? ¿Qué es "la" verdad? ¿Podemos conocerla? ¿Podemos encontrarla? Aquí me viene a la memoria la pregunta del procurador romano Poncio Pilato cuando Jesús le revela el sentido profundo de su misión: "¿Qué es la verdad?". Pilato no llega a entender que "la" Verdad está frente a él, no es capaz de ver en Jesús el rostro de la verdad, que es el rostro de Dios. Y sin embargo, Jesús es esto: la Verdad, la cual, en la plenitud de los tiempos, "se hizo carne", que vino entre nosotros para que la conociéramos. La verdad no se aferra como una cosa, la verdad se encuentra. No es una posesión, es un encuentro con una Persona.  (Papa, Francisco, catequesis del 15 de mayo de 2013)
 
            Jesucristo es la vida. Afirma el hermeneuta bíblico: “Jesús es el Hijo que desde la eternidad recibe la vida del Padre (cfr. Juan 5, 26) y que ha venido a los hombres para hacerles partícipes de este don: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Juan 10, 10). Por la palabra, la acción y la persona misma de Jesús se da al hombre la posibilidad de «conocer» toda la verdad sobre el valor de la vida humana. es decir, asumir y realizar en plenitud la responsabilidad de amar y servir, defender y promover la vida humana.