14 de mayo 2022. “Nadie puede ser forzado a colaborar con la muerte.” Con la aprobación del suicidio asistido, Colombia vuelve a tomar la iniciativa en el continente las prácticas contrarias a la vida, siendo el primer país de la región en despenalizar el suicidio asistido. La conferencia Episcopal se pronuncia: “Los Obispos de Colombia queremos manifestar nuestra cercanía espiritual a todos, entendiendo que no basta con decir, “ánimo, la vida es bella”, sino que es importante traducir el amor de Cristo en gestos concretos de oración, afecto, servicio y acompañamiento frente al dolor, como el buen samaritano del Evangelio (Cf. Lucas 10, 25-37), que curó las heridas de su hermano necesitado, con entrañas de misericordia, usando el “aceite del consuelo y el vino de la esperanza”.
La Conferencia Episcopal, en armonía con la perenne
enseñanza de la Iglesia y de su opción fundamental de servir integralmente al
ser humano, y haciendo propios los sentimientos del pueblo creyente, recibe con
profundo dolor la decisión de la Corte Constitucional de favorecer el Suicidio
Médicamente Asistido (SMA).
La Iglesia Católica hace un llamado a las autoridades del
país para que, siendo consecuentes con el valor inviolable de la vida humana,
conforme lo consagra la Constitución colombiana (art. 11), las decisiones que
se tomen estén encaminadas a su protección, defensa y cuidado y no a su
destrucción. Como sociedad estamos llamados a recibir la vida y a conservarla
con gratitud; a elegir, en toda circunstancia, los medios necesarios humanos,
científicos y espirituales para rodearla de sentido y valor.
A las personas que sufren, a las familias y a todo ser
humano, los exhortamos a rechazar la tentación, a veces inducida por los
cambios legislativos, de usar la medicina para producir la muerte.
Ningún agente sanitario puede ser forzado a colaborar en la
muerte de otros; su conciencia se lo impide. Se ha de garantizar siempre el
derecho fundamental a la Objeción de conciencia personal, así como a que sean
salvaguardados los principios de la misión y visión de las Instituciones
conforme a su naturaleza, que las identifica en favor de la vida. Entendemos que, a partir del principio de la dignidad humana, no existe el
“derecho fundamental a la muerte digna”, sino el derecho a la vida. Los
pastores de la Iglesia reiteramos, por tanto, nuestro compromiso de ser
proclamadores del Evangelio de la vida y la esperanza.
Luis José Rueda Aparicio. Arzobispo de Bogotá y primado de
Colombia.