18 de diciembre 2022. El Santo Padre Francisco recuerda en el Ángelus Regina Coeli de este cuarto Domingo de Adviento “Ciclo A” que renunciar a las certezas, planes perfectos o legítimas expectativas, es abrirse al futuro y a la misericordia de Dios
Vatican News
Cuarto y último domingo de Adviento, el Papa asomado desde
la ventana de su estudio en el Palacio apostólico reflexiona, sobre el
Evangelio de este domingo que ve a san José en su discernimiento sobre la
paternidad del hijo de Dios en el vientre de su prometida María. Una Plaza de
San Pedro soleada y repleta de peregrinos entra junto al Pontífice en las
tribulaciones de un hombre que sueña para el futuro “una hermosa familia, con
una esposa afectuosa, muchos hijos buenos y un trabajo digno; sueños simples y
buenos.”, pero que se rompen ante la noticia del embarazo de su prometida,
María.
“¡María, su prometida, espera un niño, y ese niño no es
suyo! ¿Qué pudo haber sentido José? Desconcierto, dolor, desorientación, quizá
también enojo y desilusión… ¡El mundo se le vino encima! ¿Qué podía hacer?”
La encrucijada
Una cuestión que según la Ley judía ofrecía dos
posibilidades. La primera. – dijo Francisco - denunciar a María y hacerle
pagar el precio de una presunta infidelidad. La segunda. – agregó - anular su
compromiso en secreto, sin exponer a María al escándalo y a graves
consecuencias, tomando sobre sí el peso de la vergüenza.
El camino de la misericordia
“José escoge esta segunda vía: la vía de la misericordia”,
subraya el Pontífice, pues en el centro de esa crisis, precisamente mientras
piensa y evalúa todo esto, Dios enciende en su corazón una luz nueva, porque la
maternidad de María no procede de una traición, sino que es obra del Espíritu
Santo, y el niño que nacerá es el Salvador (cfr. v. 20-21).
“María será la madre del Mesías y él será su custodio.
Al despertar, José comprende que el mayor sueño de todo pío israelita -ser el
padre del Mesías- se está haciendo realidad en él de modo absolutamente
inesperado.
Confianza en Dios
Ante esta desconcertante noticia, y más allá de la Ley,
José confía en Dios “por encima de todo, acoger a María y a su hijo.
“En otras palabras, José deberá renunciar a sus confortantes
certezas, a sus planes perfectos, a sus legítimas expectativas, y abrirse a un
futuro enteramente por descubrir. Y a Dios, que estropea sus planes y le pide
que se fíe de Él, José responde sí.
Una valentía heroica
El Papa describe esta elección como una “valentía es
heroica” y en “silencio”, es decir, “José se fía, acoge, se hace disponible,
no pide más garantías”. Entonces, Francisco plantea una interrogante: ¿qué
nos dice José hoy a nosotros?
“También nosotros tenemos nuestros sueños, y quizá en
Navidad pensamos más en ellos, los discutimos juntos. Quizá añoramos algunos
sueños rotos, y vemos que las mejores esperanzas a menudo deben enfrentarse a
situaciones inesperadas, desconcertantes. Cuando esto sucede, José nos indica
el camino: no hay que ceder a los sentimientos negativos, como la rabia
y la cerrazón, ¡este es un camino equivocado!
Por el contrario, debemos acoger
las sorpresas de la vida, incluidas las crisis, teniendo en cuenta que cuando
se está en crisis no hay que decidir apresuradamente, según el instinto, sino
que, como José, es preciso “considerar todas las cosas” (cfr. v. 20) y apoyarse
en el criterio principal: la misericordia de Dios”.
No ceder a la cerrazón y la rabia
El Santo Padre asegura que cuando se habita la crisis sin
ceder a la cerrazón, a la rabia y al miedo, teniendo la puerta abierta a Dios,
Él puede intervenir.
“Él es experto en transformar las crisis en sueños:
sí, Dios abre las crisis a perspectivas nuevas, quizá no como nosotros nos
esperamos, sino como Él sabe. Son los horizontes de Dios: sorprendentes, pero
infinitamente más amplios y hermosos que los nuestros”
Francisco, junto a los fieles, antes del rezo mariano, pide
a la Virgen María que nos ayude a vivir abiertos a las sorpresas de Dios.
Fuente y autor de Vatican News