11 de octubre 2023. El perdón nos hace libres. Catequesis Papa Francisco. Plaza de san Pedro. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente. 22. Santa Josefina Bakhita: testigo de la fuerza transformadora del perdón de Cristo
En el
camino de catequesis sobre el celo apostólico -estamos reflexionando sobre el
celo apostólico -, hoy nos dejamos inspirar por el testimonio de santa Josefina
Bakhita, una santa sudanesa.
Lamentablemente
desde hace meses Sudán está desgarrado por un terrible conflicto armado del que
hoy se habla poco; rezamos por el pueblo sudanés, ¡para que pueda vivir en paz!
Pero la fama de santa Bakhita ha superado todas las fronteras y ha alcanzado a
todos aquellos a los que se les rechaza identidad y dignidad.
Nacida en
Darfur – ¡el martirizado Darfur! – en 1869, fue secuestrada de su familia
cuando tenía siete años y esclavizada. Sus secuestradores la llamaron
“Bakhita”, que significa “afortunada”. Pasó a través de ocho dueños – uno
vendía al otro... Los sufrimientos
físicos y morales de los que fue víctima de pequeña la dejaron sin identidad.
Sufrió malicias y violencias: en el cuerpo llevaba más de cien cicatrices. Pero
ella misma testimonió: “Como esclava no me desesperé nunca, porque sentía una
fuerza misteriosa que me sostenía”.
Ante esto
yo me pregunto: ¿cuál es el secreto de
santa Bakhita? Sabemos que a menudo la persona herida a su vez hiere; el
oprimido se convierte fácilmente en opresor. Sin embargo, la vocación de los
oprimidos es la de liberarse a sí mismo y de los opresores convirtiéndose en
restauradores de humanidad. Solo en la
debilidad de los opresores se puede revelar la fuerza del amor de Dios que
libera a ambos. Santa Bakhita expresa muy bien esta verdad.
Un día su
tutor le regala un pequeño crucifijo, y ella, que nunca había poseído nada, lo
conserva como un tesoro celoso. Mirándolo experimenta una liberación interior
porque se siente comprendida y amada y por tanto capaz de comprender y amar:
esto es el inicio. Se siente comprendida, se siente amada, como consecuencia
capaz de comprender y amar a los otros. De hecho, ella dirá: “El amor de Dios
siempre me ha acompañado de forma misteriosa…
El Señor me
ha querido mucho: es necesario querer a todos… ¡Es necesario compadecer!”. Esta
es el alma de Bakhita. Ciertamente, com-padecer significa padecer con las
víctimas de tanta inhumanidad presente en el mundo, y también compadecer a
quien comete errores e injusticias, no justificando, sino humanizando. Esta es
la caricia que ella nos enseña: humanizar. Cuando entramos en la lógica de la
lucha, de la división entre nosotros, de los malos sentimientos, uno contra
otro, perdemos la humanidad. Y muchas veces pensamos que necesitamos humanidad,
de ser más humano. Y este es el trabajo que nos enseña santa Bakhita:
humanizar, humanizarnos a nosotros mismos y humanizar a los otros.
Santa Bakhita, se hace cristiana, es
transformada por las palabras de Cristo que meditaba cotidianamente: «Padre,
perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23, 34). Por esto decía: “Si Judas
hubiera pedido perdón a Jesús también él habría encontrado misericordia”.
Podemos decir que la vida de santa Bakhita se ha convertido en una parábola
existencial del perdón. Qué bonito decir de una persona “ha sido capaz, ha sido
capaz de perdonar siempre”. Y ella fue capaz de hacerlo siempre, es más: su
vida es una parábola existencial del perdón. Perdonar porque después nosotros
seremos perdonados. No olvidar esto: el perdón, que es la caricia de Dios a
todos nosotros.
El perdón la hizo libre. El perdón primero recibido a
través del amor misericordioso de Dios, y después el perdón dado la ha hecho
una mujer libre, alegre, capaz de amar.
Bakhita pudo vivir el servicio no como una
esclavitud, sino como expresión del don libre de sí. Y esto es muy importante: hecha sierva voluntariamente – fue
vendida como esclava - después ha elegido libremente hacerse sierva, llevar las
cargas de los demás sobre sus hombros.
Santa Josefina Bakhita, con su ejemplo, nos
indica el camino para ser finalmente libres de nuestras esclavitudes y miedos. Nos ayuda a desenmascarar nuestras
hipocresías y nuestros egoísmos, a superar resentimientos y conflictos. Y
nos anima siempre.
Queridos hermanos y hermanas, el perdón no
quita nada, pero añade - ¿Qué añade el perdón? – dignidad: el perdón no te quita nada, sino
que añade dignidad a la persona, hace apartar la mirada de uno mismo hacia los
otros, para verlos igual de frágiles que nosotros, pero siempre hermanos y
hermanas en el Señor. Hermanos y hermanas, el perdón es fuente de un celo que
se hace misericordia y llama a una santidad humilde y alegre, como la de santa
Bakhita. Fuente e Imagen de Vatican. Va.