Evangelio domingo 25 de febrero
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús se
llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a una montaña alta y se
transfiguró en su presencia. Sus vestidos se volvieron de una blancura
deslumbrante, como nadie en el mundo podría blanquearlos. Se les aparecieron
Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a
Jesús:
“Maestro,
¡qué bien se está aquí! Hagamos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y
otra para Elías”. Estaban tan asustados que no sabía lo que decía. Vino
entonces una nube que los cubrió y se oyó una voz desde la nube: “Este es mi
Hijo amado; escuchadlo”. °°° Marcos 9, 2-10.
La
transfiguración del Maestro de Nazareth muestra el rostro de Dios ante la
humanidad. Elige a pocos para este
gran momento: Pedro, Santiago y Juan; completa el evento con el recuerdo de
Moisés y de Elías. Se unen varias realidades en un solo conjunto. El verdadero
rostro de Dios renovador y liberador en contraste con la ley y los profetas que
llegan a su plenitud nos propone el culmen de nuestra fe, encontrarnos cara a
cara con Dios.
Las dos
grandes autoridades de la Antigua Alianza dialogan con el Hijo de Dios, se unen
la ley y los profetas, (cfr. Éxodo 34, 29-35). Jesucristo es el único que tiene
la llave para interpretar historia de la salvación del mundo.
A
Jesús hay que aceptarlo como Dios para poderlo comprender como Él realmente es,
un Dios; no es lo que la humanidad ha pretendido encontrar en Él. La
divinidad de Jesús, no se manifiesta en un ambiente de poder, de fuerza, de
dejar atrás como superado sus contendientes. Sino que el rostro de Dios es una cara amable, tierna, amorosa, plena de
luz, cambia el horizonte de cualquier vida desviada por la tentación y el
materialismo presente. Dios descargó
todo su amor y misericordia en la transfiguración de su propio Hijo.
El misterio
de la transfiguración es el momento culminante de la revelación de Jesucristo. El Papa Francisco nos enseña que subir al
monte es acercarse un poco a Dios, la transfiguración nos regala la luz de
la esperanza, la muerte no será el fin de todo, porque se abrirá a la gloria de
la resurrección. (cfr. Ángelus, 28 de febrero, 2021).
EN EL AÑO DEL HIJO JESUCRISTO
Jesucristo es concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo. Es
una verdad de fe. Está contenida en la Sagrada Escritura. Fue anunciada por los
profetas. Nuestra Iglesia Católica la profesa en el Credo Niceno
Constantinopolitano.
Qué nos enseña la Biblia: María es invitada a concebir a
aquel en quien habitará "corporalmente la plenitud de la divinidad"
(Colosenses 2, 9). La respuesta divina a su "¿Cómo será esto, puesto que
no conozco varón?" (Lucas 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti" (Lucas 1, 35). (cfr. Catecismo #
484).
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