25 de febrero de 2024

NO APARTAR LOS OJOS DE LA LUZ DE JESÚS Papa Francisco


25 de febrero 2024
. “No apartar los ojos de la luz de Jesús” Ángelus Regina Coeli, Papa Francisco.
Plaza de san Pedro: Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este segundo domingo de Cuaresma nos presenta el episodio de la Transfiguración de Jesús (cf. Marcos 9, 2-10).
Después de anunciar su pasión a los discípulos, Jesús toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, sube a un monte alto y allí se manifiesta físicamente en toda su luz. Así les revela el sentido de lo que habían vivido juntos hasta ese momento.
 
La predicación del Reino, el perdón de los pecados, las curaciones y los signos realizados eran en realidad chispas de una luz mayor: la luz de Jesús, la luz que es Jesús. Y de esta luz los discípulos no deben apartar nunca más los ojos, sobre todo en los momentos de prueba, como los que se acercan ahora de la Pasión.
 
Este es el mensaje: no apartar nunca los ojos de la luz de Jesús. Un poco como hacían antiguamente los campesinos que, al arar los campos, centraban la mirada en un punto preciso que tenían delante y, manteniendo los ojos fijos en la meta, trazaban surcos rectos. Esto es lo que estamos llamados a hacer los cristianos en el camino de la vida: tener siempre ante los ojos el rostro resplandeciente de Jesús, no apartar nunca la mirada de Jesús.
 
Hermanos y hermanas, ¡abrámonos a la luz de Jesús! Él es amor, Él es vida sin fin. A lo largo de los caminos, a veces tortuosos, de la existencia, busquemos su rostro, lleno de misericordia, de fidelidad, de esperanza. La oración, la escucha de la Palabra y los Sacramentos nos ayudan a ello. La oración, la escucha de la Palabra y los Sacramentos nos ayudan a mantener la mirada fija en Jesús. Y éste es un buen propósito para la Cuaresma: cultivar miradas abiertas, convertirnos en «buscadores de la luz», buscadores de la luz de Jesús en la oración y en las personas.
 
Preguntémonos: en mi camino, ¿mantengo la mirada fija en Cristo que me acompaña? Y al hacerlo, ¿dejo espacio para el silencio, la oración, la adoración? Por último, ¿busco cada pequeño rayo de luz de Jesús, que se refleja en mí y en cada hermano y hermana que encuentro? ¿Y me acuerdo de dar gracias al Señor por ello?
Que María, resplandeciente de la luz de Dios, nos ayude a mantener la mirada fija en Jesús y a mirarnos los unos a los otros con confianza y amor. Fuente: Exaudi. Org