Evangelio viernes 23 de febrero
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis
de Ibagué
Pero yo les
digo: todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el
tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y
el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar del castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner
tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo que tu hermano tiene alguna
queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte
con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu
adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez,
el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro de que no saldrás de ahí
hasta que hayas pagado el último centavo". Mateo 5, 20-26.
El
Hijo de Dios nos enseña a vivir cualitativamente la ley del creador. Si algunos
redujeron la ley a unas prácticas religiosas. Jesucristo nos enseña que, si
nuestra justicia no es mayor que quedarse en cumplir unos requisitos, nunca
lograremos vivir según el Reino de Dios y menos el avance hacia la eternidad.
Cuando el dictamen de una ley no va en comunión con la justicia, la caridad, la
misericordia con las demás personas, es una vana religión.
El
Papa Francisco piensa que el éxito de nuestra misión, de nuestra vida de
Iglesia, está en que logremos ser una Iglesia fraterna y reconciliada. Al
contrario, impacta mucho, produce dolor eclesial, comprobar cómo en algunas
comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas
formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos
de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones
que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con
esos comportamientos?
Parte
de la solución es rogar al buen Dios que nos permita entender la ley del amor.
Cuánto bien recibimos cuando logramos amarnos los unos a los otros. Qué bueno
que el apóstol san Pablo nos recuerde: “«No te dejes vencer por el mal, antes
bien vence al mal con el bien» (Romanos 12, 21).
Y también:
«¡No nos cansemos de hacer el bien!» (Gálatas 6, 9). Todos tenemos simpatías y
antipatías, hay que hacer necesariamente el bien. (cfr. Exhortación Apostólica,
Evangelii Gaudium, 101).
SI DESEAS
ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK AQUÍ