Evangelio viernes 2 de febrero
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Cuando se
cumplieron los días de la purificación de María, según la Ley de Moisés,
llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la
Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer
en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en
la Ley del Señor.
Y he aquí
que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y
piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de
haber visto al Cristo del Señor.” °°° Lucas 2, 22-32
El
Salvador del mundo es presentado ante Dios. Su santísima Madre cumple con
la purificación. La familia de José, María y el pequeño Jesús de Nazareth,
cumplen con una antigua costumbre del pueblo de Israel en la que se le
recomienda a los padres de un primogénito visitar el templo y presentarlo ante
la bondad y grandeza de Dios. Este es un buen ejemplo de obediencia y respeto a
la ley de Dios.
El libro
bíblico que presenta leyes sobre el culto, los sacrificios, la vida sacerdotal,
las fiestas religiosas del pueblo, nos recuerda la tarea religiosa de una mujer
cuando da a luz un Hijo, la cual debe purificarse y presentar su bebé ante
Dios. (Levítico 12, 1-8). María y san José cumplen respetuosamente con esta ley
(cfr. Éxodo 13, 2).
El
anciano Simeón como un hombre santo, dotado de los dones y carismas, anuncia
quién es ese primogénito: Tiene la experiencia de contemplar al Mesías.
Indica su misión eminentemente espiritual. Su presencia para caída y elevación
de muchos, señal de contradicción. Dicho Mesías será un Salvador Universal y
gloria para el pueblo de Israel. El
Salvador del mundo deberá afrontar momentos de dolor para llegar a la gloria de
su misión.
Nuestra Iglesia Católica habla de
momentos de dolor en la familia de Nazareth ante el cumplimiento de la misión
de Jesucristo. Simeón se anticipa a anunciar el dolor de María al contemplar a
su Hijo en los momentos difíciles, el dolor del Hijo al enfrentar las
contiendas con los que se oponen a sus anuncios. (cfr. Lucas 2, 22-35). Dolor
de nuestra querida Señora en comunión con san José, cuando deben ir a Egipto
ante la persecución de Herodes. (Mateo 2, 13-15).
Dolor de la Madre de Dios, cuando corre angustiada
en búsqueda de su Hijo, y lo encuentra con los doctores de la ley. (Lucas 2,
41-50). Dolor del Nazareno en el momento del camino al Calvario y dolor de su
santísima madre al contemplar a su Hijo. (cfr. IV estación en la Cruz). Dolor
de María Santísima, dolor de Jesús, dolor de la humanidad ante la muerte del
Salvador del mundo. (cfr. Juan 19, 17-39).
Dolor de la Virgen, cuando le
entregan el cuerpo de su Hijo al bajarlo de la Cruz. (cfr. Marcos 15, 42-46).
Dolor y silencio en el mundo. El Mesías, el Maestro, el Redentor, reposa en el
santo sepulcro. (cfr. Juan 19, 38-42).
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