Evangelio Sábado
22 de octubre 2022
Padre, Jairo Yate
Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Dice el Santo
Evangelio: “Se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya
sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó:
«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque
acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo.
La conversión de cada persona es
necesaria, es obligatoria, es muy peligroso dejar de hacer lo que se debería
hacer. En la historia del cristianismo, hombres, mujeres, santos, santas,
mártires, profetas, apóstoles, evangelizadores, han lo grado agradar a Dios,
alcanzar la plenitud de la misión encomendada, gracias a la conversión. En la mente de Dios no existe la condenación.
Los sentimientos del creador apuntan más a la conversión. Dios no desea la
muerte del malvado, sino que renuncie a su mala conducta y que viva. (Ezequiel
38, 11). Los Ninivitas convencieron a Dios de no provocar una catástrofe,
precisamente con la conversión de su mala vida y con el ayuno. (cfr. Jonás 3,
1-5).
Fe y conversión de vida, forman
un binomio perfecto que da como resultado: Un cualificado cristiano que
debe ser sal de la tierra y luz del mundo. Un creyente en Dios que aprende a
perdonar siempre, ora por sus enemigos, vive en paz con los demás, su regla de
vida es el amor y la misericordia. Es muy válida la recomendación del apóstol
san Pablo para quienes viven en Colosa. Les indica cómo debe ser su “Modus
vivendi” "Sopórtense y perdónense unos a otros si uno tiene motivo de
queja contra otro. Como el Señor los perdonó, a su vez hagan ustedes lo
mismo." (Colosenses 3, 13).
La conversión es un factor
determinante para la expansión del cristianismo. Nuestra Iglesia en sus
primeros siglos tuvo la experiencia de una cantidad de medios y expresiones que
se fueron dando a favor del anuncio de la Palabra, la organización de nuevas
comunidades con la impronta de Cristo resucitado. El Maestro tenía toda la
razón, cuando enseñó el principio y fundamento de su Iglesia: “El tiempo se ha
cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio».
(Marcos 1, 15).
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