Evangelio
Domingo 27 de Noviembre 2022
Padre,
Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Dice
la Palabra de Dios: «Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del
hombre. Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían,
tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se
dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será
también la venida del Hijo del hombre. Entonces, estarán dos en el campo: uno
es tomado, el otro dejado; dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la
otra dejada. «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.” °°°
Mateo 24, 37-44.
Hay que comprender y vivir el
sentido del tiempo con un espíritu cristiano. El mensaje del Salvador es
muy oportuno: “Velen, porque no saben, cuándo vendrá el Señor”. El Mesías viene
con una misión específica, la liberación del pueblo. Su mensaje es un llamado a
la esperanza, el mundo no permanece igual, el tiempo es diferente, el Misterio
de Jesús cambia el rumbo de la historia.
La meta es lograr vivir en este mundo, según el espíritu aprendido de la
misma Palabra de Dios.
Junto con la gracia santificante
en la vida de una persona creyente, aparecen las virtudes teologales: “Fe,
esperanza y caridad”. En la teología moral católica son los principios de
la vida cristiana. El apóstol san Pablo es muy elocuente en recomendar en llevar
una buena vida cristiana, con base en las virtudes: “Permanezcan despiertos,
revístanse de la fe y del amor. Que sea nuestro casco la esperanza de la
salvación”. (1 Tesalonicenses 5, 8).
Cuando se trata de esperar la venida del
Salvador del mundo, es obligatorio pensar en la virtud de la esperanza.
Precisamente el objeto de la esperanza es la vida futura. Así lo predicó
el profeta: “Bienaventurado el varón que confía en el Señor y en él pone su
esperanza.” (Jeremías 17, 7-8).
La virtud de la esperanza tiene
su carácter escatológico. Nos prepara y dispone para la Venida del Salvador.
El Catecismo de la Iglesia Católica define con propiedad el sentido y la
vivencia de la Esperanza: es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino
de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra
confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino
en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo.” (Numeral 1817. Cfr. Hebreos
10, 23).
El Papa Francisco enseña que la esperanza es como el aire que
respira el cristiano Para ser hombres de esperanza no debemos apegarnos a
nada y vivir, en cambio, "en tensión hacia el encuentro con el Señor”.
(cfr. Homilía, 29 de octubre, 2019)
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