MUERTE Y ETERNIDAD.
Evangelio Miércoles 2 de Noviembre 2022
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Dice el santo Evangelio: "Hacia el mediodía se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y dichas estas palabras, expiró. El capitán, al ver lo que había sucedido, reconoció la mano de Dios y dijo: «Realmente este hombre era un justo.» Y toda la gente que se había reunido para ver este espectáculo, al ver lo ocurrido, comenzó a irse golpeándose el pecho. Estaban a distancia los conocidos de Jesús, especialmente las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea, y todo esto lo presenciaron ellas." Lucas 23, 44 – 46.
El libro segundo de los Macabeos en la Escritura, da respuesta a la
intercesión de los santos y a la resurrección de la carne. San José es
considerado el patrono de una buena muerte.
La
muerte tiene su fin y su razón de ser: No es tema negativo, no es impacto que
desgarra el alma. La muerte se convirtió en vida eterna, la vida logró
el curso que ella tuvo desde un principio, Dios es el Dios de la vida, el Dios
de la esperanza, el Dios de la gloria, el Dios de la paz eterna. Sólo quien
tiene fe vive su propia vida de cara al resucitado, la eternidad se gesta como
proceso desde nuestra propia vida terrenal.
La novedad esencial de la muerte
cristiana está ahí: por el Bautismo, el cristiano está ya sacramentalmente
"muerto con Cristo", para vivir una vida nueva; y si morimos en la
gracia de Cristo, la muerte física consuma este "morir con Cristo" y
perfecciona así nuestra incorporación a Él en su acto redentor. (Catecismo
Iglesia Católica # 1010).
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https://youtu.be/twLQezIpWig 👈
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