LAS OBRAS DAN TESTIMONIO DEL HIJO DE DIOS
Evangelio jueves 23 de marzo 2023
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús dijo a los judíos: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis.
Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros
quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es
mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo,
esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el
Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado
su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él
envió no lo creéis.” °°° Juan 5, 31-47.
El testimonio del Salvador del mundo, está
patentado en sus mismas obras. Existe una relación portentosamente divina
entre la obra que realiza el Hijo de Dios y el Nihil obstat que le da su Padre
celestial. La obra del Padre y del Hijo
ambas son perfectas. El Hijo sabe perfectamente cuál es su misión y hasta
dónde llega su propósito. El Nazareno pone a pensar la humanidad.
Existe una
seria contradicción entre todos aquellos que persiguen al Hijo, maltratan al
Hijo, juzgan al Hijo y extrañamente predican el mismo Dios, que es el Padre del
Hijo. Suena contradictorio pensar que se acepta la obra del Padre, pero se
arruina la obra del Hijo, como si no existiese una relación profunda, e
incluso, una misma identidad. La pregunta sigue en pie: ¿Por qué no le creen al que el padre celestial envió al mundo? (Juan
5, 38)
Existe una identidad maravillosa entre Juan
el Bautista y el Salvador del mundo. Es tan seria la identidad que el mundo de
la época llegó a confundirse y preguntaban, quién era de los dos, el que
debía venir. El bautista brilló porque llevó a cabo su ministerio y su misión
tan como lo designó el Padre celestial: Él ha sido enviado para bautizar en
señal de arrepentimiento y de predicar la conversión que lleva la salvación:
“haced pues obras dignas de conversión” (Lucas 3,7); “yo os bautizo con agua”
(Lucas 3,16).
Con su
predicación, Juan “anunciaba la buena noticia” (Lucas 3,18), que la salvación
no estaba reservada para algunos elegidos, sino que se ofrece a todos. El Salvador del mundo brilló en su misión,
porque cumplió los deseos de su Padre celestial. La diferencia está en que
no depende de Juan el Bautista, sino de la voluntad del Padre Dios. Las mismas
obras que el Padre le encomendó, las obras que él realiza dan testimonio de él.
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https://youtu.be/M04jq2AmWz4 👦
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