Evangelio martes 6 de agosto 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué
bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías”. Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces
una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: “Este es mi Hijo
muy querido, escúchenlo”. De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie,
sino a Jesús solo con ellos.” °°° Marcos 9, 2-10
Al salvador del mundo, le interesaba
mucho que sus seguidores supieran que era necesario que él padeciera antes de
entrar en su gloria, conforme lo habían anunciado los profetas: Si ese era el
presupuesto divino, por qué razón los discípulos no lo entendían. “"Qué
torpes son y qué tardos para creer lo que dijeron los profetas” (Lucas 24, 25).
El misterio de la pasión de Cristo, se
puede entender desde su Transfiguración.
La
transfiguración es una muestra perfecta de la pedagogía de Dios para que
cada uno de nosotros podamos entender, la divinidad de Cristo. Nuestro Catecismo de la Iglesia Católica nos
enseña que: La Transfiguración nos concede una visión anticipada de la gloriosa
venida de Cristo "el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en
un cuerpo glorioso como el suyo" (Filipenses 3, 21). Pero ella nos
recuerda también que "es necesario
que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios"
(Hechos 14, 22).
Jesús
muestra su gloria divina, confirmando así la confesión de Pedro. Muestra
también que para "entrar en su gloria" (Lucas 24, 26), es necesario
pasar por la Cruz en Jerusalén. Moisés y Elías habían visto la gloria de Dios
en la Montaña; la Ley y los profetas habían anunciado los sufrimientos del
Mesías (cfr. Lucas 24, 27). La Pasión de Jesús es la voluntad por excelencia
del Padre. (cfr. Catecismo, numerales, 555 y 556).
El
Papa Francisco aclaraba que: “Si antes de la Pasión no se nos hubiera
mostrado la transfiguración con la declaración por parte de Dios, ‘Este es mi
hijo amado’, la Resurrección y el misterio pascual de Jesús no habría sido
fácilmente comprensible en toda su profundidad.” (cfr. Ángelus, 25 de febrero,
2018).
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