Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Al
enterarse de la muerte de Juan el Bautista, Jesús se alejó en una barca a un
lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y
lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y,
compadeciéndose de ella, sanó a los enfermos. Al atardecer, los discípulos se
acercaron y le dijeron: “Éste es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide
a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos”.
Pero Jesús les dijo: “No es
necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos”.
Ellos
respondieron: “Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados”.
“Tráiganmelos aquí”, les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se
sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando
los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus
discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.” °°° Mateo 14, 13-21
La
Eucaristía es el mejor alimento que Dios ofrece a la humanidad. Es el
alimento que perdona, el alimento que da sabiduría, el alimento que nos impulsa
a vivir en comunidad, el alimento que nos enseña a tener en cuenta a los demás,
el alimento para la eternidad.
San Juan Pablo II, en su carta
apostólica: “Quédate con nosotros Señor” documento preparatorio para la celebración
del año de la Eucaristía, en el año 2004, el
santo Padre propone pensar en la Eucaristía como misterio de la luz. Como
fuente de la comunión. Como principio y proyecto de misión.
La
Eucaristía es principio de comunión. Eso es muy cierto. El Salvador del
mundo invita a sus seguidores a recibir el Pan de vida eterna, a tener en
cuenta a los demás y a vivir como hermanos. Dice el Hijo de Dios: “No es
necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos”. San Juan Pablo II
enseña: la Eucaristía es entrar en profunda comunión con Jesús. «Permaneced en
mí, y yo en vosotros» (Juan 15, 4).
Es el único
Pan eucarístico el que nos hace un solo cuerpo. El apóstol Pablo lo afirma: «Un
solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan» (1 Corintios
10, 17).
La
Eucaristía es fuente de la unidad eclesial y, a la vez, su máxima
manifestación. En cada Santa Misa nos
sentimos interpelados por el ideal de comunión que el libro de los Hechos de
los Apóstoles presenta como modelo para la Iglesia de todos los tiempos. La
Iglesia congregada alrededor de los Apóstoles, convocada por la Palabra de
Dios, es capaz de compartir no sólo lo que concierne los bienes espirituales,
sino también los bienes materiales (cfr. Hechos 2,42- 47; 4,32-35). (cfr. Carta
Apostólica, Mane nobiscum Domine, números 19-22).
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