Evangelio lunes 12 de agosto 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Al llega r a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron
a Pedro y le preguntaron: “¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?” “Sí, lo
paga”, respondió.
Cuando
Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón?
¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus
hijos o de los extraños?”
Y
como Pedro respondió: “De los extraños”, Jesús le dijo: “Eso quiere decir que
los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al
lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca.
Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti”. Mateo
17, 22-27
¿En
qué consiste la novedad del Reino de Dios?
Sabia enseñanza del Maestro de Nazareth porque nos pone a pensar en la
posibilidad del Reino frente a la tradición que no contemplaba la libertad de
las personas. Bajo el presupuesto de la ley de Dios se iban tomando
determinaciones que debían cumplir las personas. Por ejemplo, los habitantes de
Israel debían colaborar económicamente con el sostenimiento del templo. (cfr.
Jeremías 10, 33).
El Nazareno pregunta: Los hijos o
los extraños, deben pagar. La respuesta correcta es: los extraños. La buena relación con Dios, está en la
comunión de vida que guarda cada persona con el Salvador y no tanto con
pagar impuestos ante el templo. Dios respeta mucho la libertad de cada persona,
toma la opción de la prudencia para no crear escándalos.
Podemos
tomar como máxima de nuestros comportamientos ante la ley de Dios: “Mi libertad termina, donde inicia la
libertad de mi hermano”. Se supone que el Reino de Dios tiene que ver
profundamente con la liberación de las personas. Quien se convierte a la
Palabra de Dios automáticamente comienza a vivir según la libertad de los hijos
de Dios.
Libertad
y liberación, responden a la gran problemática del desarrollo de nuestros
pueblos, quienes, por buscar su liberación, terminan violando la libertad
de los individuos, acaban con la paz social y atrasan el progreso. La
libertad logra su cometido cuando se concibe como una llamada divina a vivir en
plenitud los designios de Dios; es como el estado natural propio en que
nace todo hombre y a su vez se hace sujeto de su propia liberación.
El capítulo 5 de la carta a los Gálatas nos
enseña que: hemos sido liberados de la esclavitud del pecado y de la muerte. liberados
por el amor, que se convierte en la ley suprema y nueva de la vida cristiana.
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