Evangelio viernes 16 de agosto
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Se
acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: “¿Es
lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?”
Él respondió: “¿No han leído ustedes
que el Creador, desde el principio, ‘los hizo varón y mujer?; y que dijo: Por
eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos
no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.
Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”.
Le replicaron: “Entonces, ¿por qué
Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?”
Él les dijo: “Moisés les permitió
divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al
principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su
mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio”.
Mateo 19, 3-12
La
fidelidad es un don, un valor, una Gracia, un sistema de vida, una opción
libre, (Vgr. Virginidad, celibato), una decisión por el Reino de Dios. Desde un primer momento en la historia de la
salvación Dios propuso la Fidelidad como medio de unidad con Dios, con su
misterio y con su plan salvífico. En una buena cantidad de posibilidades, Dios
le recuerda al pueblo israelita su mayor falla que es la infidelidad.
Pensemos en algunos ejemplos: Dios
le pide al profeta Jeremías que recuerde a la ciudad de Jerusalén la
importancia de ser fiel a Dios. la pregunta sería ¿qué de malo han visto en mí,
para que sean infieles? (Jeremías 2, 1-6). De
acuerdo a la hermenéutica bíblica Dios planteó una Alianza con su pueblo. El
secreto está en la fidelidad. “Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”
(Éxodo 6, 7). Dios se comprometió a sostener el pueblo y la comunidad debía ser
fiel a Dios. En otras palabras, no tendrán otros dioses, sino solo a Dios.
(Éxodo 20, 2-3).
La
sabia enseñanza de Dios es que la humanidad entienda el valor importantísimo
que es la fidelidad en todo el sentido amplio de la palabra. Es tan
importante ese valor que el mismo Dios pone a pensar al mundo: “Si somos
infieles, Dios siempre permanece fiel” (2 Timoteo 2, 13) Jesucristo es el mayor
ejemplo de la fidelidad.
Cumplió su
misión perfectamente bien, gracias a su fidelidad al Padre celestial. La
Santísima Virgen María permaneció fiel al mandato de su Señor “Hágase en mí
según su Palabra”.
El Evangelio nos
recomienda la fidelidad en todo momento, en todo lugar, en todo compromiso:
“Quien es fiel en lo poco, también en lo mucho debe ser. Si no somos fieles,
quién va a confiar en nosotros.” (Lucas 16, 10-12).
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