Evangelio jueves 15 de agosto
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“¡Tú eres bendita entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre
de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en
mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue
anunciado de parte del Señor”.
María dijo entonces: “Mi alma canta
la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.” °°° Lucas 1, 39-56
La
santísima Virgen María es el modelo perfecto para una excelente vida de fe.
Inicia su misión desde que es llamada por el creador para ser parte de la
familia de Dios. Ella es concebida sin pecado original. Se conserva santa e
impecable a lo largo de su vida. Asume la misión que Dios le encomienda, desde
la prudencia, el silencio, la oración, el sacrificio, la obediencia, la
penitencia. Termina su vida gloriosa siendo llevada por los Ángeles a la casa
de Dios. María Santísima no compartió la muerte, no compartió el pecado. Ella
fue asunta al Reino de Dios.
El Papa Pío XII en la constitución
“Munificentisimus Deus” en el año 1950, tenía toda la razón cuando afirmó que
Nuestra querida señora, la Virgen María, fue
asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo. San Juan Damasceno de una
manera elocuente afirmaba: Convenía que aquella que en el parto había
conservado intacta su virginidad conservara su cuerpo también después de la
muerte libre de la corruptibilidad.
Convenía
que aquella que había llevado al Creador como un niño en su seno tuviera
después su mansión en el cielo. Convenía que la esposa que el Padre había
desposado habitara en el tálamo celestial.
El
Papa Francisco enseña: La santísima Virgen María es la primera creatura que,
con todo su ser, en cuerpo y alma, atraviesa victoriosa la meta del Cielo".
"Ella nos muestra que el Cielo está al alcance de la mano, si también
nosotros no cedemos al pecado, alabamos a Dios con humildad y servimos a los
demás con generosidad.
Ella, nuestra Madre, nos lleva de la mano, nos acompaña
a la gloria, nos invita a alegrarnos pensando en el paraíso. (cfr. Ángelus, 15
de agosto, 2022).
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