MARÍA SANTÍSIMA CUMPLE CON LOS MANDATOS DE DIOS
Fe y obediencia ante la ley de Dios. Evangelio viernes 21 de noviembre 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“María dijo: Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquéllos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono, y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.” Lucas 1, 46-55
María Santísima es considerada
por nuestra fe, por la tradición, por los escritos bíblicos, por el magisterio
eclesial, una mujer maravillosamente santa e inmaculada desde un primer
momento. El mismo ángel llama a María Santísima la llena de Gracia, (Lucas 1,
28) eso quiere indicar que en ella no existe imperfección, sino al contrario,
santidad plena. María es el modelo de escucha de la Palabra de Dios y de
docilidad generosa. (cfr. San Juan Pablo II, Audiencia, 19 de junio, 1996).
María Santísima cumplió
perfectamente con todas las obligaciones de una persona creyente y respetuosa
de los mandatos de Dios. De acuerdo al llamado proto evangelio de Santiago,
María Santísima siendo muy niña, sus padres Joaquín y Ana la llevaron al templo
de Jerusalén para ser educada e instruida con respecto a la religión y a los
deberes con Dios. De la misma manera que María y José llevaron al niño Jesús al
templo para presentarlo al Señor. Igual Joaquín y Ana cumplieron con esta
obligación cristiana.
“Contra toda expectativa humana,
Dios escoge lo que era tenido por impotente y débil (cfr. 1 Corintios 1, 27)
para mostrar la fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel (cfr. 1 Samuel
1), Débora, Rut, Judit, y Ester, y muchas otras mujeres. María
"sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, que esperan de
él con confianza la salvación y la acogen. (Catecismo Iglesia Católica, numeral
489).
https://youtu.be/qOgc8khfDCI
