1 de noviembre de 2025

MUERTE Y ETERNIDAD Evangelio domingo 2 de noviembre 2025


ESPERANZA, MUERTE Y ETERNIDAD

Evangelio domingo 2 de noviembre 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
 
«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día». Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Juan 11, 17-27.  
 
Detenemos hoy nuestro pensamiento en el tema de la muerte. Como seres humanos debemos enfrentar el dolor, el sufrimiento, la ausencia, el silencio, que produce la muerte y el impacto en una sociedad. La muerte encuentra su sentido con base en la resurrección del Maestro de Nazareth: “El que crea en mí, aunque haya muerto vivirá” (Juan 11, 27).
 
 En el siglo X de la historia el Abad de Cluny, san Odilón, quien se distinguió por: vida de oración y penitencia, su celo por la observancia de la Sagrada Liturgia y el espíritu monástico. Estableció la conmemoración de los difuntos. El Papa san León IX permitió que a nivel universal se celebrara el día de los difuntos el 2 de noviembre. 
 
Nuestra Iglesia Católica nos regala sabias enseñanzas sobre el tema de la muerte. Por ejemplo: Cuando una persona une la idea de la muerte al mismo momento culmen de la vida de Jesucristo, entiende que la muerte está proyectada hacia la vida eterna. Antes del encuentro final de cada uno de nosotros con Cristo tendremos que rendirle cuentas a Dios de nuestro quehacer en la tierra.
 
El apóstol nos enseña: “Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir cada uno lo que ha merecido en la vida presente por sus obras buenas o malas.” (II Corintios 5, 10). Cada persona debe preocuparse por cultivar una buena vida espiritual, está primero el destino del alma, así lo enseña el Evangelista: “¿De qué le serviría a uno ganar el mundo entero si se destruye a sí mismo? ¿Qué dará para rescatarse a sí mismo? (Mateo 16, 26).  (cfr. Catecismo Numerales 1020 – 1032).
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https://youtu.be/-NVOHwxLwRU