21 de agosto 2022. Cuando Jesús dijo: “Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará”, Ángelus Regina Coeli, Papa Francisco. Vigésimo primer domingo tiempo ordinario Ciclo “C” el Papa lanzó varias preguntas: “¿De qué lado queremos estar? ¿Preferimos el camino fácil de pensar sólo en nosotros mismos, o elegimos la puerta estrecha del Evangelio que pone en crisis nuestro egoísmo, pero que nos hace capaces de acoger la vida verdadera que viene de Dios y nos hace felices? ¿De qué lado estamos?”.
El Papa dijo es probable, que al imaginarnos una puerta
estrecha, esa imagen "podría asustarnos", afirmó, como si la
salvación fuera destinada solo a pocos elegidos o a los perfectos. Pero esto
contradice lo que Jesús enseña en muchas ocasiones, añadió el Pontífice, de
hecho, poco más adelante, Él afirma: “Vendrán muchos de Oriente y de Occidente,
del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios”.
Tal y como recoge Vatican News, más adelante, el Papa
Francisco dijo que para "entenderlo mejor, hay que preguntarse qué es esta
puerta estrecha. Jesús extrae la imagen de la vida de esa época y,
probablemente, se refiere a que, cuando llegaba el atardecer, las puertas de
las ciudades se cerraban y solo quedaba abierta una, más pequeña y más
estrecha: para regresar a casa se podía pasar únicamente por ahí". Pero
manifestó que, cuando Jesús dice: «Yo soy la puerta. El que entra por mí se
salvará» (Juan 10,9). Nos quiere decir que para entrar en la vida de Dios, en
la salvación, hay que pasar a través de Él, acoger a Él y su Palabra.
Así como para entrar en la ciudad, había que “medirse” con
la única puerta estrecha que permanecía abierta, del mismo modo, señaló
Francisco, la vida del cristiano es una vida “a medida de Cristo”,
fundada y moldeada en Él. Y la vara de medición es Jesús y su Evangelio,
recordó el Papa, y no lo que pensamos nosotros, sino lo que nos dice Él. El
Santo Padre afirmó que es una puerta estrecha no "por ser destinada a
pocas personas, sino porque pertenecer a Jesús significa seguirle, comprometer
la vida en el amor, en el servicio y en la entrega de sí mismo como hizo Él,
que pasó por la puerta estrecha de la cruz".
El Pontífice manifestó que para entrar en el proyecto de
vida que Dios propone implica limitar el espacio del egoísmo, reducir la
arrogancia de la autosuficiencia, bajar las alturas de la soberbia y del
orgullo, vencer la pereza para correr el riesgo del amor, incluso cuando supone
la cruz. Y citó algunos ejemplos de personas, dijo, no eligieron la puerta ancha:
"Pensemos concretamente a esos gestos cotidianos de
amor que llevamos adelante con esfuerzo: a los padres que se dedican a los
hijos haciendo sacrificios y renunciando al tiempo para sí mismos; a los que se
ocupan de los demás y no solo de sus propios intereses; a quien se dedica a los
ancianos, a los más pobres y a los más débiles; a quien sigue trabajando con
esfuerzo, soportando dificultades y tal vez incomprensiones; a quien sufre a
causa de la fe, pero continúa rezando y amando; a los que, más que seguir sus
instintos, responden al mal con el bien, encuentran la fuerza para perdonar
y el coraje para volver a empezar".
Solo son algunos ejemplos de personas que no eligen la
puerta ancha de su conveniencia, explicó por último, sino la puerta estrecha de
Jesús, de una vida entregada en el amor. Estas personas, dice hoy el Señor,
serán reconocidas por el Padre mucho más que los que ya piensan ser salvados y,
en realidad, son 'los que hacen el mal'”.
Fuente: Religión en libertad.