NOS CONVERTIMOS EN PESCADORES DE HOMBRES Y MUJERES Evangelio Jueves 1 de Septiembre 2022
NOS
CONVERTIMOS EN PESCADORES Evangelio
Jueves 1 de septiembre 2022 Padre,
Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué “La
gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas
del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los
pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las
barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la
barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: «Maestro,
nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu
palabra, echaré las redes.» °°° Lucas 5,1-11. “Duc in Altum” Remar mar adentro,
lanzar la red, no sentir temor, confiar en el mandato de Dios, acostumbrarse a hacer
permanentemente la voluntad de Dios, nos convierte en pescadores de hombres.
Razón suficiente tenía el santo padre: san Juan Pablo II, al proponerle a la
humanidad, la celebración del inicio del nuevo milenio “NOVO MILLENNIO INEUNTE”,
los dos mil años del nacimiento de nuestro Salvador, Cristo Jesús. Suena la
campana nuevamente como un eco de dos milenios y decirle a la Iglesia católica:
Confía en el poder y la Gracia de Dios. De la misma manera que Pedro y los
primeros compañeros confiaron en la palabra de Cristo y lanzaron las redes. «Y
habiéndolo hecho, recogieron una cantidad enorme de peces» (Lucas 5, 6). ¡Duc
in Altum! Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a
recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos
con confianza al futuro: «Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre» (Hebreos
13,8). (cfr. Carta apostólica Novo Millennio Ineunte, 6 de enero 2001) Por momentos creemos tener la
razón. Cuando escuchamos la voz de Dios, cambia nuestro parecer: hay que
ser atrevidos en la vida, lanzar las redes, prestar el servicio, confiar en la
Gracia que Dios ha depositado en nosotros, sentir la seguridad de lo que
estamos haciendo, confiar más en el Espíritu de Dios que en nuestras propias
fuerzas.Dios tiene la razón, no nos
podemos quedar en activistas de una multiplicidad de trabajos, cada día que
pasa el –hacer- devora nuestras fuerzas, aniquila las posibilidades de ir al
encuentro de nuevas realidades, de estar muy cerca de los demás, de ofrecerle
un poco de tiempo a quien lo necesita, de extenderle la mano a quien Dios lo va
a convertir en pescador de hombres. Alguien que es creyente, bautizado
y miembro de la Iglesia, no debe olvidar que es un pescador de hombres. Una
persona se convierte en discípula de su Maestro cuando escucha su Palabra y
observa las obras poderosas de Jesús. Cree en el poder de la Palabra, se deja
guiar por la Palabra, obedece a la Palabra, asume el sacrificio de su misión:
“Los discípulos sacaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a su
Maestro” (Lucas, 5,11) SI
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