EN NINGÚN MOMENTO SE DEBE PERDER LA FE
Evangelio Martes 31 de enero 2023
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de IbaguéDice el santo Evangelio: Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar, aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.” °°° Marcos 5, 21-43.
Ante los momentos de impotencia, de desesperación, de proximidad de la muerte, ninguna persona debe perder la fe. Hay que aprender a creerle a Dios. Quien le cree a Dios soluciona cualquier dificultad. La virtud de la fe sufre una gran transformación en la vida de cada uno de nosotros; va en continuo aumento y perfeccionamiento cuando está en comunión con la seguridad, la humildad, la sencillez y la generosidad de corazón. Existen personajes bíblicos que nos ilustran, cómo debemos actuar de acuerdo a nuestra fe.
Jairo es alguien importante en la comunidad de los judíos, acude al Salvador del mundo y utiliza el camino de la humildad: Pide a Dios que imponga sus manos, sobre su hija quien está en agonía. Una mujer cuyo nombre no sabemos, tiene problemas flujos de sangre, se le ocurre buscar a Dios y justamente cuando está cerca de él, cree que, con solo tocarlo, se curará. Lo que es imposible para un ser humano, es posible para Dios. Nos podemos preguntar: ¿Soy una persona segura cuando hablo con Dios? ¿Soy humilde para pedirle favores a Dios? Alguna vez, se me ha ocurrido decirle a Dios: Auméntame la fe.
Creer es una virtud y es una gracia. El apóstol san Pablo da una loable recomendación al referirse al tema de las virtudes. Dice el santo: “Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta” (Filipenses 4, 8). Cuando se trata de hablar de virtud, debemos entender como una disposición habitual y firme para hacer el bien.
Si la persona logra hacerlo con esa intención, el resultado es que la persona no solo realiza actos buenos, sino que da lo mejor de sí mismo. (cfr. Catecismo Iglesia Católica. 1803). Si la Fe es una virtud también es una Gracia. Creerle a Dios, vivir según la Fe que Dios nos regala, esa es una virtud teologal. Su razón es porque viene de Dios, le pertenece a Dios, se mueve en el ámbito de Dios, su motivo es Dios. (cfr. Catecismo Iglesia Católica. 1812).
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