HACEMOS LA VOLUNTAD DE DIOS
Alguien que cree y conoce el Evangelio del Nazareno, no se contenta solo con contemplarlo sino que toma una actitud positiva, participa directamente discreta y sabiamente de la vida del Hijo de Dios. María Santísima es un excelente ejemplo, para comprender cómo se puede participar de la misión de Dios en el mundo, sin excluir a Dios, sin reemplazar a Dios, sin desconocer a Dios. La clave está en la actitud “prudente”.
La Virgen María lo primero que se le ocurre pensar es que no existe vino suficiente para las bodas que se están festejando. Preocuparse y tomar interés es parte ya de la misión que se debe cumplir. La Virgen, no insiste a su Hijo, para que solucione la dificultad del momento, lo conoce y confía en la misericordia y la bondad de Dios. María, pronuncia su célebre frase “Hagan lo que Él les diga”.
En otras palabras, aprender a confiar más en Dios y menos en las propias fuerzas e ideas. Teológicamente hablando, Jesucristo se convierte en el vino nuevo, sus discípulos conocen una faceta divina de su Maestro. Parodiando las actitudes de la Virgen María, nuestra misión se convierte en hacer la voluntad de Dios.
La misión del Hijo de Dios es hacer la voluntad de su Padre celestial. Instaurar su reino. Anunciar un sistema de vida que se cumple según el espíritu de Dios. El primer signo es convertir el agua en vino. Jesús se manifiesta como el esposo del pueblo de Dios, anunciando por los profetas, es como una nueva alianza de amor. Hace la voluntad de Dios, aquel que se deja guiar por la fórmula de fe utilizada por el pueblo de Israel en el Sinaí como respuesta a las promesas de la alianza: «Estamos decididos a poner en práctica todo lo que ha dicho el Señor» (Éxodo 19, 8).
El
Papa Francisco aclara: “Transformando en vino el agua de las tinajas destinadas
«a los ritos de purificación de los judíos» (v. 6), Jesús realiza un signo
elocuente: transforma la Ley de Moisés en Evangelio, portador de
alegría. Como dice en otro pasaje el mismo Juan: «La Ley fue dada por medio de
Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo» (Juan 1,17). (cfr. Audiencia, 8 de junio 2016).
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