Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Se apareció Jesús a los Once y les dijo: Vayan por todo el mundo y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.” Marcos 16, 15-18.
Quien se prepara para llegar a la meta de ser un discípulo misionero, debe tener la certeza, de quién es el autor del Evangelio, Qué desea el autor y cuál es la meta que el autor desea. El autor del Evangelio es la misma Palabra de Dios. Es la Palabra que, según el cuarto Evangelio, se convirtió en carne y habitó en medio de nosotros. (cfr. Juan 1, 14). El futuro misionero debe entender que desde el principio existe la Palabra y todo cuando existe se debe precisamente a la Palabra. Esa Palabra es Jesús de Nazareth.
Si ya conocemos al autor, avanzamos a investigar los deseos de ese autor. La Sagrada Escritura nos responde: Lo que debemos anunciar es la Palabra, en ningún momento se puede cambiar una coma o una tilde de esa Palabra. “Mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la ley hasta que todo se realice”. (Mateo 5, 18).
“Se apareció Jesús a los Once y les dijo: Vayan por todo el mundo y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.” Marcos 16, 15-18.
Quien se prepara para llegar a la meta de ser un discípulo misionero, debe tener la certeza, de quién es el autor del Evangelio, Qué desea el autor y cuál es la meta que el autor desea. El autor del Evangelio es la misma Palabra de Dios. Es la Palabra que, según el cuarto Evangelio, se convirtió en carne y habitó en medio de nosotros. (cfr. Juan 1, 14). El futuro misionero debe entender que desde el principio existe la Palabra y todo cuando existe se debe precisamente a la Palabra. Esa Palabra es Jesús de Nazareth.
Si ya conocemos al autor, avanzamos a investigar los deseos de ese autor. La Sagrada Escritura nos responde: Lo que debemos anunciar es la Palabra, en ningún momento se puede cambiar una coma o una tilde de esa Palabra. “Mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la ley hasta que todo se realice”. (Mateo 5, 18).
El fin que el autor de la Palabra desea es que utilicemos todos los
medios posibles, para anunciar su Palabra, para sembrar su Palabra, para
poner al servicio de la comunidad los dones, talentos, carismas y poderes que
el mismo autor de la Palabra da gratis a cada persona.
Un excelente ejemplo de persona que escuchó la Palabra, meditó la Palabra, le dio espacio a la Palabra, fue san Pablo apóstol. Un hombre que escuchó o obedeció la Palabra de su Señor. Su mayor impacto de conversión fue: “Ya no soy yo, es Cristo, quien vive en mí”. (Gálatas 2, 20). Ananías fue enviado por Dios para encontrar a Pablo e indicarle el camino correcto. El apóstol aceptó el llamado de Dios, pidió ser bautizado y se encaminó a ser el excelente predicador y testimonio de Cristo ante el mundo.
El Papa Francisco nos enseña que la Gracia nos la regala Dios con los demás y es para compartirla con los demás. San Pablo tuvo una fuerte experiencia de la gracia, que lo llamó a convertirse, de perseguidor, a apóstol de Cristo. La gracia de Dios lo ha empujado, incluso a él a buscar la comunión con otros cristianos, de repente, por primera vez en Damasco y luego en Jerusalén (Hechos 9, 19. 26-27).
Un excelente ejemplo de persona que escuchó la Palabra, meditó la Palabra, le dio espacio a la Palabra, fue san Pablo apóstol. Un hombre que escuchó o obedeció la Palabra de su Señor. Su mayor impacto de conversión fue: “Ya no soy yo, es Cristo, quien vive en mí”. (Gálatas 2, 20). Ananías fue enviado por Dios para encontrar a Pablo e indicarle el camino correcto. El apóstol aceptó el llamado de Dios, pidió ser bautizado y se encaminó a ser el excelente predicador y testimonio de Cristo ante el mundo.
El Papa Francisco nos enseña que la Gracia nos la regala Dios con los demás y es para compartirla con los demás. San Pablo tuvo una fuerte experiencia de la gracia, que lo llamó a convertirse, de perseguidor, a apóstol de Cristo. La gracia de Dios lo ha empujado, incluso a él a buscar la comunión con otros cristianos, de repente, por primera vez en Damasco y luego en Jerusalén (Hechos 9, 19. 26-27).
Esta es
nuestra experiencia como creyentes. A medida que crecemos en la vida
espiritual, comprendemos cada vez más que la gracia nos llega junto a los demás
y es para compartir con los demás.” (cfr. Homilía. 25 de enero, 2018).
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK AQUÍ
https://youtu.be/KSibpGtkFUg 👆
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