Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús dijo
a la multitud:
Cuando ven
que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover,
y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así
sucede.
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo
que es justo? Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado,
trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te
lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y éste te ponga en la
cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último
centavo.” Lucas 12, 54-59.
El Hijo de Dios nos propone pensar
en la razón por la cual, los seres humanos siendo tan inteligentes en la
contemplación de la naturaleza y la predicción del tiempo, por qué no pueden
interpretar los signos de Dios que están en su misma Palabra. ¿Qué le hace falta a la inteligencia humana
para saber leer los signos de Dios? La respuesta es: La combinación entre
lo que creemos y las capacidades que tenemos gracias a Dios.
Las
personas olvidan lo que son y lo que pueden, de dónde lo obtuvieron. Ese es
el primer paso, reconocer que la inteligencia, la sabiduría, el entendimiento,
los talentos, todos son dones que Dios regala a cada persona. No es un ser
humano superdotado sino alguien con mucho talento divino. Si reconozco que todo lo que soy se lo debo a Dios, entonces me podré
convertir en un excelente intérprete de la Palabra divina.
El apóstol
san Pablo logró colocar al servicio de la humanidad su gran inteligencia y
sabiduría, cuando reconoció delante de Dios que la ley que él predicaba no era
el fundamento de su misión. Su conclusión fue: “No vivo yo es Cristo quien vive
en mí. Todo lo que vivo, lo vivo con la fe en el mismo Hijo de Dios” Gálatas 2,
20).
Los
signos de Dios van apareciendo en las palabras, en los gestos, en los milagros,
en las actitudes, en las respuestas del Hijo de Dios. Quienes lograron
contemplar esos signos desde la fe, pudieron vivir y convertirse en
comunicadores del Reino de Dios. Todos
los signos tienen su razón de ser. Por ejemplo: Jesucristo multiplica los
panes, para que sus seguidores trabajen por el alimento que permanece hasta la
vida eterna. (cfr. Juan 6, 12-15).
Jesucristo
se ofrece como comida y bebida de salvación, Él es el Pan de la vida. Los que
no entendieron, preguntaron y cómo puede este darnos a comer su carne. Los que
entendieron, lo viven como el Pan de vida eterna. (cfr. Juan 6, 35).
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