Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús estaba
hablando y una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: “¡Feliz
el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron!”
María
Santísima es para nosotros los católicos, el modelo por excelencia de la fe y
de aquella persona que supo hacer perfectamente la voluntad de Dios. Las
palabras con que la Virgen María da su asentimiento: "Hágase en mí según
su palabra", nos revelan la consciente aceptación de su función, ante el
desafío de una realidad y de un conjunto de acontecimientos que están más allá
de la medida de la inteligencia, y los pensamientos humanos. Y esta respuesta
solo la pudo dar un corazón lleno de fe.
María
escucha plenamente, acoge y medita dentro de su corazón la Palabra, para dar
fruto. Esta palabra, que requiere fe, disponibilidad, humildad, prontitud,
es aceptada tal como se deben acoger las cosas de Dios. En María debemos
reconocer las palabras de Jesús: "Bienaventurados los que escuchan la
palabra de Dios y la cumplen. Nuestro objetivo es hacer la voluntad de
Dios. Logrará a hacer la voluntad de Dios: “Quien escuche la Palabra de
Dios, la cree y la da por cierta en su corazón y en su vida formal, con toda
seguridad ha encontrado la plenitud de su propia existencia”.
Hace la voluntad de Dios, aquel que
se deja guiar por la fórmula de fe utilizada por el pueblo de Israel en el
Sinaí como respuesta a las promesas de la alianza: «Estamos decididos a poner en práctica todo lo que ha dicho el Señor»
(Éxodo 19, 8).
El Papa
Francisco nos recuerda dónde está la voluntad de Dios. La respuesta es: El Hijo
del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. Esta es la
voluntad de Dios, aquella que nosotros pedimos que se haga. ¿Cuál es la
voluntad de Dios encarnada en Jesús? Buscar
y salvar lo que estaba perdido. Y nosotros, en la oración, pedimos que la
búsqueda de Dios sea exitosa, que su plan universal de salvación se cumpla”.
(cfr. Audiencia, 20 de marzo, 2019).
El
apóstol san Pablo indica cuál es la voluntad de Dios. “Dios quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (1 Timoteo
2, 4). Jesús dijo al entrar en el mundo: “He aquí que yo vengo [...] oh Dios, a
hacer tu voluntad” (Hebreos 10, 7; Sal 40, 8-9). Sólo Jesús puede decir: “Yo hago siempre lo que le agrada a Él”
(Juan 8, 29). (Catecismo numeral 2824).
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