Evangelio viernes 4 de octubre
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Jesús dijo:
¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se
hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se
habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro
y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que
serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes me
escucha a mí; el que los rechaza a ustedes me rechaza a mí; y el que me rechaza,
rechaza a Aquél que me envió.». Lucas 10, 13-16.
Toda misión tiene sus propias implicaciones.
Salir a anunciar el Evangelio presupone estar preparados para los momentos,
personas, grupos que no están de acuerdo con el mensaje y con la Iglesia. El
Nazareno se anticipa a este acontecimiento danto el sabio consejo de no entrar
en conflicto con personas o comunidades. Anunciar bien la Palabra. En otras
palabras, dejarle a Dios lo que es de Dios. Se anuncia el Evangelio más apoyados en la Gracia y la fuerza del
Espíritu Santo y menos en la inteligencia humana.
El
Salvador del mundo llama la atención a las ciudades y lugares que han recibido
tanta bondad de Dios y no dieron el paso a la conversión, a volver por los
caminos de Dios. Algo así como el ser agradecido, alabar y bendecir el nombre
del Señor, dar gracias a Dios cambiando nuestra manera de ser, demostrarle a
Dios cuán agradecidos estamos por su presencia y la riqueza de su Palabra.
Existen varios momentos en que el Maestro
espera la respuesta indicada ante las bondades de Dios con una persona. Por ejemplo: Diez
leprosos quedaron limpios. El Maestro dice: “¿Dónde están los otros nueve? ¿No hubo quién volviera a dar gracias
a Dios, sino este extranjero? (cfr. Lucas 17, 11-19). El Hijo de Dios llama la
atención a alguien que ha recibido la sanación y le recomienda “No peques más” el beneficiado, al
contrario, le cuenta que quien lo curó se llama Jesús. Los judíos perseguían al
Maestro por curar en sábado. (cfr. Juan 5, 10-16).
La
conversión es una excelente idea para dar gracias a Dios. Por ejemplo:
“Todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor,
siempre dando gracias a Dios” (Colosenses 3, 17). No podemos alabar y adorar a
Dios sin ser agradecidos. (Salmo 118). Damos gracias a Dios por todos los dones
que nos ha regalado. (Santiago 1, 17).
El Papa Francisco dice: “Estamos
llamados a volver por los caminos de Dios. a No llevar una vida mediocre”. (Joel 2, 12. Mensaje, 7 de febrero
2017).
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