Evangelio lunes 7 de octubre 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Se levantó
un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿Qué he de hacer para tener
en herencia vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo
lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo».
Le dijo
entonces: «Bien has respondido. Haz eso
y vivirás». Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi
prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en
manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron
dejándole medio muerto.
Casualmente, bajaba por aquel camino un
sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por
aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó
junto a él, y al verle tuvo compasión; y, cercándose, vendó sus heridas,
echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le
llevó a una posada y cuidó de él.” °°° Lucas 10, 25-37.
La
fe se vive en comunión con las obras. El apóstol Santiago nos recuerda que
la fe sin las obras está muerta. (Santiago 2, 17ss). De nada sirve
vanagloriarse de los asuntos de la fe, si la persona no logra practicar la
caridad con los demás. (cfr. 1 Corintios 13, 2). Nuestra Iglesia Católica nos
enseña la importancia que tiene la fe desde un primer momento en la historia de
la salvación, hasta el momento cumbre cuando cada persona regresará nuevamente
a Dios.
La fe debe estar en comunión con
Dios. La fe está centrada en Dios. El apóstol san Pablo tuvo la razón
cuando enseñó que él sabía en quién tenía puesta su fe. (2 Timoteo 1, 12). La
Iglesia recomienda centrar la fe en Dios, en su Hijo Jesucristo, en el Espíritu
Santo. (cfr. Catecismo 144-165).
El
Hijo de Dios reprende a los legistas por la forma como manipulan conocimientos
de la ley. “¡Ay de ustedes, los legistas, que se han llevado la llave de la
ciencia! No entran ustedes, y a los que están entrando se lo han impedido».
(Lucas 11, 53). Vivir auténticamente la fe, es descubrir quién es realmente mi
prójimo. La respuesta correcta, es que el prójimo es toda aquella persona que
necesite mi ayuda.
El amor se convierte en ganancia universal. El
amor disuelve el odio entre judíos y samaritanos. El amor a Dios llega a los demás a través de las obras de caridad y
misericordia. La clave para vivir correctamente la fe, para vivir de
acuerdo al precepto divino del amor es: “Haz tú lo mismo”. El Papa Francisco enseña: El samaritano puso en práctica la voluntad de
Dios, que quiere la misericordia más que los sacrificios. (cfr. Homilía, 14
de julio, 2013).
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