Evangelio martes 22 de octubre
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis
de Ibagué
¡Felices los servidores a quienes el señor
encuentra velando a su llegada! Les
aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá
a servirlos. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y
los encuentra así!
“Había un hombre rico, cuyas tierras
habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: «¿Qué voy a hacer? No tengo
dónde guardar mi cosecha». Después
pensó: «Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y
amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes
bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida».
°°° Lucas 12, 35-38.
Un
buen servidor de Dios es aquel que siempre está vigilante, cumplidor de sus
deberes, ordenado en sus tareas, responsable ante lo que le encomiendan, no
deja para mañana lo que puede hacer hoy. El servidor del Maestro tiene su
corazón, su conciencia, sus deseos, como aquel que desea lograr el objetivo. El
Hijo de Dios le recomienda estar: “Con la cintura ceñida y con las lámparas
encendidas”. ¿En qué consiste eso?
La
cintura ceñida es la buena actitud de estar listo y disponible. Algo así como
el vestido bien puesto, listo para la batalla, disponible para lo que
necesiten. Cuando una persona desea cumplir bien con sus deberes, pregunta ¿qué
debo hacer? Dios se comunica con Moisés y Aarón en Egipto, para advertirles
sobre la ley de la pascua y los panes sin levadura. De una manera detallada
Dios les indica el día en que deben celebrarla que es el día 10, debe ser un
cordero sin defecto, pueden compartir con otra familia, deben comer ceñidos los
lomos, calzados los pies y báculo en mano. (cfr. Éxodo 12, 1-11).
La
lámpara encendida la podemos entender con las buenas obras. Bien dice el
refrán: “Quien es un buen cristiano, se califica por sus buenas obras.” La
Escritura añade: “Por sus obras los conoceréis” (Mateo 7, 16). El
testimonio de vida, la manera de ser de cada persona, la forma como trata a
los demás, nos dirá si esa persona está con la lámpara encendida.
El apóstol
san Pablo recuerda que Dios pagará a
cada cual según sus obras. (Romanos 2, 6). Una persona no será justa porque
cumpla con la ley sino porque cumple con las buenas obras la ley. (Romanos 2,
13). La fe de cada persona va en
comunión con las buenas obras. No se entiende una persona de fe y que no
practique el bien. Dice el apóstol: “Somos hechura de Dios, creados en Cristo
para hacer buenas obras”. (Efesios 2, 10).
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