Evangelio sábado 19 de octubre
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Al que diga una palabra contra el
Hijo del hombre se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo
no se le perdonará.
Cuando los lleven ante las sinagogas,
ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a
defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese
momento lo que deban decir.” °°° Lucas 12, 8-12.
La
fidelidad es una virtud que nos permite sostener firme y constantemente
nuestros compromisos con Dios, con la Iglesia, con la familia, con la
profesión, con la misión, con la identidad de lo que somos. El Maestro de
Nazareth confía en la fidelidad de sus discípulos. La propone como un excelente
medio para el éxito de la misión.
Es tan importante la fidelidad, que Dios mismo
es inflexible ante esta virtud. San Pablo enseña: “Si dejamos de ser fieles, él sigue siendo fiel,
pues no puede negarse así mismo” (2 Timoteo 2, 13). Para el apóstol es muy importante perseverar
en la fe. Ser muy fiel (2 Timoteo 1, 6). Anunciar una doctrina sana. (2 Timoteo
1, 13-14). Anunciar con fidelidad la Palabra. (2 Timoteo 3, 15 – 4,5).
Un
modelo perfecto de la fidelidad es Dios mismo. El mismo Dios le enseña a
Moisés, quién es él y en quién pueden confiar. “Yo soy el que soy. Yo soy
aquel en el cual tú debes confiar” (Éxodo 3, 13-15). A lo largo de la historia
de Israel, Dios siempre se sostuvo fiel, a pesar de las infidelidades de sus
seguidores. Por ejemplo: Cuando se instituyó la monarquía, Dios no retiró su favor al rey infiel, que era David, sino que le
renovó la promesa. “Yo seré para él un Padre y él será para mí un hijo” (2
Samuel 7, 14-16).
Existe una relación ejemplarizante
entre el Padre celestial y su Hijo que cumple fielmente la misión que le
encomienda su Padre. El Padre confía en Jesús y Jesús confía en su Padre. El mayor de los profetas, presenta a
Jesucristo como el Siervo Fiel. “El fiel servidor, ofreció su vida, como
sacrificio por nosotros, él hará todo lo que Dios desea” (Isaías 53, 9-10).
El Papa Francisco enseña la fidelidad de Dios
unida a la paciencia:
La fidelidad de Dios es una fidelidad paciente: tiene paciencia con su pueblo,
lo escucha, lo guía, le explica lentamente y calienta su corazón, como lo hizo
con dos discípulos que se alejaban de Jerusalén: conforta sus corazones para
que vuelvan a casa (cfr. Lucas 24, 32-33). (cfr. Homilía, 15 de abril, 2020).
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