Evangelio sábado 5 de octubre
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Al volver
los setenta y dos de su misión, dijeron a Jesús llenos de gozo: “Señor, hasta
los demonios se nos someten en tu Nombre”.
Él les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder
para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del
enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los
espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos
en el cielo”.
En aquel momento Jesús se estremeció
de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque, habiendo mantenido ocultas estas cosas a los
sabios y prudentes, las has revelado a los pequeños.” °°° Lucas 10, 17-24.
La
verdadera alegría ante la misión cumplida, se encuentra en el cielo. Esa es
una sabia enseñanza del Nazareno para asumir cualquier tarea que Dios nos
encomiende. Es sabia porque evita tentaciones que han terminado con excelentes
misioneros. La pregunta sería: ¿Qué debo
evitar para llevar a cabo la misión encomendada?
La
respuesta es: Hay que estar atentos ante la vanidad, la soberbia, el poder, la
extendida fama. Un buen ejemplo es de los 72 misioneros que envía Jesucristo y
cuando regresan de la misión dicen a su Maestro: “Señor, hasta los espíritus se
nos someten” (Lucas 10, 17). El Maestro aconseja: “Alégrense porque sus nombres queden inscritos en el cielo”. No a la
tentación del poder.
La propagación del Evangelio entre
los paganos, en el primer viaje del apóstol san Pablo, nos indica cómo se programa bien una misión y cómo
se evita las tentaciones o reacciones de quienes van recibiendo el mensaje.
(cfr. Hechos 13, 1 - 15, 35). El Espíritu Santo eligió a Pablo y Bernabé para
cumplir con esa gran misión. (Hechos 13, 1-3) El ayuno, la oración y la
imposición de manos, permiten el éxito de la misión.
Ellos lograron sus éxitos en Chipre
(Hechos 13, 4-12). En Antioquía (Hechos 13, 13-44). En Licaonia, Iconio,
Listra, Derbe (Hechos 14, 1-25). Siempre
está presente la acción del Espíritu Santo. Compartir las experiencias de la
misión en grupo en comunidad, también evita caer en tentaciones. Pablo y
Bernabé al terminar su primera misión le compartieron a sus hermanos todo lo
que había hecho Dios por medio de ellos. (Hechos 14, 26-28).
El
Papa Francisco enseña en dónde está la fuente viva de toda la labor apostólica:
“La misión “no es obra nuestra, sino de Dios; no la hacemos solos, sino movidos
por el Espíritu y dóciles a su acción”.
(cfr. Mensaje, 12 de mayo, 2023).
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