Evangelio martes 15 de octubre
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Un fariseo
invitó a Jesús a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo
se extrañó de que no se lavara antes de comer.
Lucas 11,
37-41.
La
verdadera fe y la verdadera religión no se vive con el pensamiento extremo.
El punto medio en la comprensión de la Palabra, da el resultado de una persona
equilibrada, un buen consejero, un inteligente evangelizador, un apóstol
sensato. Cuando Dios recomienda la “pureza” nos está hablando del modelo de
alguien que vive muy bien su fe y no hay nada en esa persona que la contamine.
Dios no
quiere la pureza aparentadora o externa en las personas. La pureza no es
asunto del legalismo religioso, sino de la pureza del corazón. Quien es fariseo
es más un juez para los demás y menos un buen ejemplo de pureza en la vida de
la fe.
El
deseo de Dios para que aprendamos a vivir como personas limpias de corazón,
para poder hacer la voluntad de Dios, aparece desde la misma creación. Dios
creó todo perfecto, sin impurezas. Todo lo que hace Dios es bueno. (Salmo 18).
Dios creó al hombre y a la mujer. Les enseñó a distinguir entre el bien y el
mal.
El
deseo divino es la pureza de cada persona. (cfr. Génesis 1, 26-31). ¿Cuándo
aparece la impureza? Cuando cada persona toma la decisión equivocada. Por
ejemplo: Enseña una religión más legalista y menos caritativa. Le interesa más
la apariencia y menos la pureza del alma.
Toma el cargo del juez y no tanto el
de un apóstol de la misericordia. El
apóstol san Pablo recomienda abandonar lo terrenal para encontrar la pureza.
Por ejemplo: Preocúpense más por las cosas de arriba. Eviten las de la tierra:
libertinaje, impureza, pasión desordenada, amor al dinero, apariencias. (cfr.
Colosenses 3, 1-7).
Dios quiere pureza en nuestra relación con los
demás: “Trate a los
demás como le gustaría que lo trataran a usted” (Lucas 6, 31). El apóstol
Santiago advierte: “Si alguno se cree muy religioso, pero no controla sus
palabras, su religión no es válida. La
verdadera religión es ayudar a los demás y no contaminarse con la corrupción de
este mundo”. (Santiago 1, 26-27).
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