Evangelio lunes 14 de octubre
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Al ver
Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir:
El día del Juicio, la Reina del Sur
se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella
vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí
hay Alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de
Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se
convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay Alguien que es más que
Jonás”. Lucas 11, 29-32.
La
grandeza de Dios es muy diferente a la imaginación de los seres humanos. La
grandeza del Nazareno está en su Palabra, en su obra, en su caridad, en su
misericordia. El Nazareno supera a los grandes y notables que tuvo la historia
de Israel. Por ejemplo: Jonás quien era un profeta rebelde, logra que los ninivitas
acepten a Dios y se conviertan.
El Hijo
de Dios logra la conversión de la humanidad con el anuncio profético de su
Palabra. Salomón era considerado el más grande en la historia de Israel.
Una mujer valoró a este hombre tan sabio, la reina de Saba. “Ella se enteró de
la gran sabiduría, viajó con un gran número de camellos, cuando llegó done el
rey Salomón le expuso todas sus dudas”. (1 de Reyes 10, 1-3). La historia
siempre nos recordará “hay alguien que sabe usar perfectamente sus poderes”.
El
ser humano desconoce la razón de ser de los poderes que Dios le entregó.
Muchas personas usan desproporcionalmente sus poderes. Existen personas que
confunden los poderes con el hecho de estar por encima de los demás. La
Escritura dice: “No opriman a la viuda, al huérfano, al extranjero” (Zacarías
7, 10).
“No
abusen de la autoridad que tienen sobre los demás. Al contrario, cumplan su
misión con el buen ejemplo” (1 Pedro 5, 3-4). San Pablo nos recomienda arrancar
de raíz todo aquello que sea ofensivo para los demás. (cfr. Efesios 4,
29-31).
La
grandeza de un creyente debe estar en su calidad de vida, en su testimonio,
en la nobleza de su palabra, en su servicio, en la práctica de la justicia. El Papa Francisco indica: “El valor de una
persona ya no depende del papel que desempeña, del éxito que tiene, del
trabajo que hace, del dinero que tiene en el banco; no, no depende de eso; la
grandeza y el éxito, a los ojos de Dios, tienen otro rasero: se miden por el
servicio. No por lo que se tiene, sino por lo que se da” (Ángelus, 20 de
octubre, 2021).
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