EL CRUCIFICADO TIENE LA PALABRA
Evangelio Miércoles 19 de abril 2023
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este
es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a
la luz, porque sus obras eran malas.
Pues todo el que obra el mal detesta la
luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio,
el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están
hechas según Dios.” Juan 3, 16-21
El crucificado tiene la última palabra. Es
Dios mismo quien tiene la respuesta que necesita el ser humano, para no caer en
la tentación de vivir en las tinieblas, “sin Dios” y aceptar la propuesta
de vivir como un hijo de la luz “El Espíritu Santo”. La Cruz es el signo por
excelencia. Basta pensar que el Hijo de Dios ganó la salvación, la paz y abrió
la eternidad al mundo por medio de su Cruz.
Es
urgente aprender a llevar la Cruz del cristianismo, la Cruz de las
virtudes, la Cruz de la perseverancia, la Cruz del sacrificio. El salvador del
mundo invita a sus seguidores a contemplar la posibilidad de seguirlo por el
camino de la Cruz y del sacrificio. (cfr. Mateo 16, 24ss). Contemplar a Cristo
es aprender a tomar su Cruz y seguirlo.
El Papa Francisco enseña que la Cruz es el
símbolo del cristianismo. La Cruz nos enseña cuál es nuestra auténtica vocación.
La cruz es símbolo de humillación, derrota y muerte para todos aquellos que
ignoran el poder de Cristo para cambiar la humillación en exaltación, la
derrota en victoria, la muerte en vida y la cruz en camino hacia la luz. Jesús,
sabiendo el rechazo que iba producir la predicación de la cruz, "comenzó a
manifestar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho... ser
matado y resucitar al tercer día.
Satanás el orgulloso y soberbio odia la
cruz porque Jesucristo, humilde y obediente, lo venció en ella
"humillándose a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de
cruz", y así transformo la cruz en victoria: "...por lo cual Dios le
ensalzó y le dio un nombre que está sobre todo nombre" (Filipenses 2,
8-9).
La historia de Jesús no termina en la
muerte. Cuando recordamos la cruz de Cristo, nuestra fe y esperanza se
centran en el resucitado. Por eso para san Pablo la cruz era motivo de gloria
(Gálatas 6, 14). La cruz, con sus dos
maderos, nos enseña quiénes somos y cuál es nuestra dignidad: el madero
horizontal nos muestra el sentido de nuestro caminar, al que Jesucristo se ha
unido haciéndose igual a nosotros en todo, excepto en el pecado. (cfr. Mensaje
cuaresma, 2017).
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK AQUÍ
https://youtu.be/igsdh2n6k60 👈
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