15 de noviembre 2023. Audiencia Papa Francisco. Anunciamos a Jesucristo con alegría Plaza de san Pedro. Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente. 26. El anuncio es alegría.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El primer punto, que vemos hoy, el
primero de los cuatro, se refiere a la actitud de la que depende la sustancia
del gesto evangelizador: la alegría.
El mensaje cristiano, como hemos escuchado de las palabras que el ángel dirige
a los pastores, es el anuncio de «una gran alegría» (Lucas 2, 10). ¿La razón? ¿Una buena noticia, una
sorpresa, un bonito suceso? Mucho más, una persona: ¡Jesús! Jesús es la
alegría. Es Él el Dios hecho hombre que ha venido a nosotros.
La cuestión, queridos hermanos y hermanas, no
es por tanto si anunciarlo, sino cómo anunciarlo, y este “cómo” es la alegría. O anunciamos a Jesús con alegría, o no lo
anunciamos, porque otro camino para anunciarlo no es capaz de llevar la
verdadera realidad de Jesús.
Es por eso
que un cristiano infeliz, un cristiano
triste, un cristiano insatisfecho o, peor todavía, resentido y rencoroso no es
creíble. ¡Este hablará de Jesús, pero nadie le creerá! Una vez me decía una
persona, hablando de estos cristianos: “Pero son cristianos con cara de
bacalao!”, es decir, no expresan nada, son así, y la alegría es esencial. Es
esencial vigilar sobre nuestros sentimientos.
La evangelización obra la gratuidad, porque viene de la plenitud,
no de la presión. Y cuando se hace una evangelización. – se quiere hacer, pero
eso no va – en base a ideologías, esto no es evangelizar, esto no es el
Evangelio.
El Evangelio no es una ideología: el Evangelio es un anuncio, un
anuncio de alegría. Las ideologías son frías, todas. El Evangelio tiene el
calor de la alegría. Las ideologías no saben sonreír, el Evangelio es una
sonrisa, te hace sonreír porque te toca el alma con la Buena Noticia.
El
nacimiento de Jesús, en la historia como en la vida, es el principio de la
alegría: pensad en lo que les sucedió a los discípulos de Emaús que de la
alegría no podían creer, y los otros, después, los discípulos todos juntos,
cuando Jesús va al Cenáculo, no podían creer de la alegría (cfr. Lucas 24, 13-35).
La alegría de tener a Jesús resucitado.
El encuentro con Jesús siempre te lleva a la alegría y si esto no te sucede a
ti, no es un verdadero encuentro con Jesús.
Y esto que
hace Jesús con los discípulos nos dice que los primeros que deben ser
evangelizados son los discípulos, los primeros que deben ser evangelizados
somos nosotros, cristianos: somos nosotros. Y esto es muy importante.
Inmersos en
el clima veloz y confuso de hoy, también nosotros, de hecho, podríamos
encontrarnos viviendo la fe con un sutil sentido de renuncia, persuadidos que
para el Evangelio no haya más escucha y que ya no valga la pena comprometerse
para anunciarlo. Podríamos incluso ser tentados por la idea de dejar que “los
otros” vayan por su camino. Sin embargo, precisamente este es el momento de
volver al Evangelio para descubrir que Cristo «es siempre joven y fuente
constante de novedad» (Evangelii Gaudium, 11).
Así, como
los dos de Emaús, se vuelve a la vida cotidiana con el impulso de quien ha
encontrado un tesoro: estaban felices, estos dos, porque habían encontrado a
Jesús, y ha cambiado su vida. Y se descubre que la humanidad abunda de hermanos y hermanas que esperan una palabra de
esperanza.
El Evangelio es esperado también hoy: el hombre de hoy es como
el hombre de todo tiempo: lo necesita, también la civilización de la
incredulidad programada y de la secularidad institucionalizada; es más, sobre
todo la sociedad que deja desiertos los espacios del sentido religioso,
necesita de Jesús. Este es el momento favorable al anuncio de Jesús.
Por eso quisiera decir nuevamente a
todos: «La alegría del Evangelio llena
el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se
dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío
interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría»
(ibid.,1). No olvidemos esto. Y si alguno de nosotros no percibe esta alegría,
se pregunte si ha encontrado a Jesús. Una alegría interior.
El Evangelio va en el camino de la alegría,
siempre, es el gran anuncio. Invito a todo cristiano, en cualquier lugar y
situación se encuentre, a renovar hoy mismo su encuentro con Jesucristo.
Cada uno de nosotros hoy se tome un
poco de tiempo y piense: “Jesús, Tú estás dentro de mí: yo quiero encontrarte
todos los días. Tú eres una Persona, no eres una idea; Tú eres un compañero de
camino, no eres un programa. Tú eres Amor que resuelve muchos problemas. Tú
eres el inicio de la evangelización. Tú, Jesús eres la fuente de la alegría”.
Amén. Fuente e Imagen de Vatican. Va.