PENSAR Y SACAR
CONCLUSIONES TIENE SUS VENTAJAS
Evangelio lunes 27 de
noviembre 2023
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Levantando
Jesús la mirada vio a los ricos que daban sus ofrendas en el arca del tesoro.
Vio también a una viuda pobre que echaba allí dos pequeñas monedas de cobre; y
dijo: «En verdad les digo, que esta viuda tan pobre ha dado más que todos
ellos; porque todos ellos dieron en la ofrenda de lo que les sobra, pero ella,
de su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir». Lucas 21, 1-4
Observar,
pensar, concluir, es un buen método que propone el Maestro de Nazareth para
poder corregir posibles errores que cometemos en la vivencia de la fe. Cuando se trata de observar, nos evita el
criticar a los demás. Sencillamente Jesucristo observa el comportamiento de las
personas en el templo, en la calle, en la sinagoga, en el gobierno de ese
momento. Una vez que observa saca sus conclusiones que se convierten en
pastoral, en catequesis para vivir correctamente lo que creemos.
Observar
para concluir, por ejemplo: Jesucristo se propone como el Señor del sábado. La
caridad está por encima de la legalidad. (cfr. Lucas 6, 1-11). Una buena
pregunta sería, ¿qué está permitido hacer el día sábado, el bien o el mal? El
Hijo de Dios observa a unas personas que llevan un paralítico y se le ocurre
decirle “Tus pecados están perdonados”.
(Lucas 5, 20-23). La mirada del Mesías
le permite contemplar el dolor humano.
En un pueblo llamado Naín encontró una viuda que llevaba
su único hijo para el cementerio. Él observa y concluye: No llores. Al joven
muerto le dijo: levántate. (cfr. Lucas 7, 11-15). San Pedro lloró amargamente ante la mirada de su Maestro. Bastó
mirarlo para recordar: Me negarás tres veces. (cfr. Lucas 22, 56-62). Mirar y sacar buenas conclusiones es
preferible a juzgar a los demás. “Una viuda se convierte en ejemplo de la
bondad, porque da todo lo que tiene. (cfr. Lucas 21, 4).
El Papa Francisco propone pensar en la
posibilidad de que los pobres pueden enseñarnos mucho en sus comportamientos de
humildad y de confianza en Dios.
Los pobres son para nosotros como maestros. Nos enseñan que una persona no es
valiosa por lo que posee, por lo que tiene en su cuenta en el banco.
Un pobre,
una persona que no tiene bienes materiales, mantiene siempre su dignidad. Un
santo del siglo XVIII, Benito José Labre, que dormía en las calles de Roma y
vivía de las limosnas de la gente, se convirtió en consejero espiritual de
muchas personas, entre las que figuraban nobles y prelados. (cfr. Mensaje XXIX
jornada de la juventud, 2014).
SI DESEAS ESCUCHAR
EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK AQUÍ