Evangelio miércoles 27 de marzo
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
El primer
día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres
que te preparemos la comida pascual?” Él respondió: “Vayan a la ciudad, a la
casa de tal persona, y díganle: “El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a
celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos””. Ellos hicieron como Jesús
les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con
los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me
entregará”. Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno:
“¿Seré yo, Señor?” Él respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente
que Yo, ése me va a entregar.
El Hijo del
hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del
hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”
Judas, el
que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?” “Tú lo has dicho”, le
respondió Jesús.” Mateo 26, 14-25
“Dios es siempre veraz, aunque las
personas sean mentirosas”. (Romanos 3, 4). Dios
reclama la fidelidad a todos aquellos que deseen seguirlo y creer en su nombre.
La ocasión no se presenta exclusivamente en el caso de Judas el Iscariote, sino
que desde un principio de la obra de Dios conduciendo al pueblo de Israel, la
infidelidad fue lastimando el amor, la confianza, las esperanzas del pueblo de
Dios.
Cuando se
trata de hablar de fidelidad según Dios, significa que no cambia, es fiel a su
Palabra, sostiene sus promesas, es digno de confianza. El apóstol san Pablo
atinaba diciendo: “Si somos infieles, él permanece fiel, pues no puede negarse
a sí mismo”. (II Timoteo 2, 13).
No
existe ninguna relación perfecta con Dios si no es a través de la fidelidad.
San Pablo recomienda el comportamiento de un cristiano en el ambiente de la
fidelidad, el mejor ejemplo es que Dios es fiel y desea que estemos en comunión
con su Hijo. La fidelidad permite que tengamos un mismo modo de pensar e
iguales criterios. (1 Corintios 1, 9-10).
El
Papa Benedicto XVI enseña que la fidelidad de Dios es clave y fuente de nuestra
fidelidad. la fidelidad es sobre todo un atributo divino: Dios se nos da a
conocer como Aquél que es fiel para siempre a la alianza que ha establecido con
su pueblo, no obstante, la infidelidad de éste.
En su fidelidad, Dios garantiza
el cumplimiento de su plan de amor, y por esto es también digno de fe y veraz. En la fe, tenemos las bases de nuestra
debilidad. (cfr. Discurso 11 de junio, 2012).
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