Evangelio martes 12 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Había allí
un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido,
y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: “¿Quieres
sanarte?”
Él respondió: “Señor, no tengo a
nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras
yo voy, otro desciende antes”.
Jesús le
dijo: “Levántate, toma tu camilla y camina”. En seguida el hombre se sanó, tomó
su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al
que acababa de ser sanado: “Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla”.
Juan 5, 1-3ª. 5-16
Los signos y la Palabra de Dios
causan impactos en la vida de una comunidad. Los signos, sanar y darle la mano
a alguien que está impedido, que lleva demasiado tiempo sufriendo, sentirse
solidario con el dolor humano, devolverle la dignidad a alguien. Ahora pensemos
en la Palabra: El Hijo de Dios toma la iniciativa de comunicarse con la persona
necesitada.
La
misma Palabra provoca los siguientes efectos: Se activa la auto-estima en la
persona, Dios le da la Palabra al necesitado para que cuente su situación.
La Palabra supera la discriminación en la que viven ciertas personas a causa de
la ley del día sábado. La Palabra que salva a cada persona, la envía para que
comunique la gloria de Dios con su vida. “Toma tu camilla y vete”. La Palabra
enfrenta la dureza de corazón de muchos seres humanos.
San
Agustín de Hipona habla de los maravillosos intercambios de Dios para con las
personas. Decía el santo: “Deja hablar tu corazón, más que tu cabeza. Si
las humillaciones de un Dios parecen indignas a los arrogantes, es porque están
muy lejos de sanarse. Guardaos, pues, de este orgullo; si deseáis ser curados,
aceptad bajar hasta el agua.”
El Papa Francisco nos recuerda la propuesta
bíblica: “Misericordia quiero, no sacrificios”. El santo Padre propone una Iglesia Católica
abierta al dolor y a la necesidad una humana. La Iglesia tiene siempre las
puertas abiertas. Es la casa de Jesús y Jesús acoge. Pero no solo acoge, va a
encontrar a la gente como fue a buscar a este.
Y si la gente está herida, ¿Qué
hace Jesús? ¿Le regaña por estar herida? No, va y lo carga sobre los hombros. Y
esto se llama misericordia. (cfr. Homilía, 17 de marzo, 2015).
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