11 de marzo de 2024

DIOS DETIENE LA DUREZA DEL CORAZÓN HUMANO Evangelio martes 12 de marzo 2024


DIOS DETIENE LA DUREZA DEL CORAZÓN HUMANO 
              
Evangelio martes 12 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo «Betesda», que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: “¿Quieres sanarte?”
            Él respondió: “Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes”.
 
Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y camina”. En seguida el hombre se sanó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser sanado: “Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla”. Juan 5, 1-3ª. 5-16
 
            Los signos y la Palabra de Dios causan impactos en la vida de una comunidad. Los signos, sanar y darle la mano a alguien que está impedido, que lleva demasiado tiempo sufriendo, sentirse solidario con el dolor humano, devolverle la dignidad a alguien. Ahora pensemos en la Palabra: El Hijo de Dios toma la iniciativa de comunicarse con la persona necesitada.
 
            La misma Palabra provoca los siguientes efectos: Se activa la auto-estima en la persona, Dios le da la Palabra al necesitado para que cuente su situación. La Palabra supera la discriminación en la que viven ciertas personas a causa de la ley del día sábado. La Palabra que salva a cada persona, la envía para que comunique la gloria de Dios con su vida. “Toma tu camilla y vete”. La Palabra enfrenta la dureza de corazón de muchos seres humanos.
 
            San Agustín de Hipona habla de los maravillosos intercambios de Dios para con las personas. Decía el santo: “Deja hablar tu corazón, más que tu cabeza. Si las humillaciones de un Dios parecen indignas a los arrogantes, es porque están muy lejos de sanarse. Guardaos, pues, de este orgullo; si deseáis ser curados, aceptad bajar hasta el agua.”
 
El Papa Francisco nos recuerda la propuesta bíblica: “Misericordia quiero, no sacrificios”. El santo Padre propone una Iglesia Católica abierta al dolor y a la necesidad una humana. La Iglesia tiene siempre las puertas abiertas. Es la casa de Jesús y Jesús acoge. Pero no solo acoge, va a encontrar a la gente como fue a buscar a este. 

Y si la gente está herida, ¿Qué hace Jesús? ¿Le regaña por estar herida? No, va y lo carga sobre los hombros. Y esto se llama misericordia. (cfr. Homilía, 17 de marzo, 2015).
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