Evangelio miércoles 6 de marzo
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
El que no cumpla el más pequeño de
estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el
menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será
considerado grande en el Reino de los Cielos.” Mateo 5, 17-19.
Jesucristo
revoluciona el pensamiento y la forma de razonar de los seres humanos. La
lógica de Dios se impone entre el legalismo y el espíritu de la importancia de
la ley para la convivencia humana. Se impone la lógica de Dios y no tanto el
raciocinio intransigente de muchas personas.
La solución
no es suspender la ley, la alternativa es aprender a vivir según los preceptos
de Dios vistos desde la caridad y la misericordia. El plan de Dios está en que
todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. No tanto, condenar;
pues no está en los planes de Dios.
El
problema no está en la ley, sino en el corazón y los sentimientos de aquellos
que no alcanzan a descubrir el espíritu y la necesidad de la ley. San José y María Santísima fueron muy respetuosos
de la ley. Cuando llegó el momento de la purificación según la ley de Moisés
llevaron al niño Jesús al templo. (cfr. Lucas 2, 22 ss).
El apóstol
san Pablo recuerda que Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y se sometió a
la ley para rescatar a los que vivimos según la ley. (cfr. Gálatas 4, 4-5).
El
Hijo de Dios cumple su misión en consonancia con la ley. Es muy respetuoso de
la ley. Jesucristo supera la interpretación intransigente de la ley cuando
sana a los enfermos que la ley los considera impuros. Cuando perdona pecados,
algunos le preguntan de dónde tiene ese poder. Cuando se preocupa por el
bienestar de los demás; cuando la ley del sábado desconoce los inconvenientes
humanos.
Jesús
también es respetuoso de la ley: “Envía a un leproso que se presente ante los
sacerdotes” (Marcos 1, 40 ss). Jesucristo pregunta: según la ley, debo hacer el
bien o el mal. (cfr. Lucas 6, 9).
El
Papa Francisco recomienda no resistir al Espíritu Santo con la excusa de la
fidelidad a le ley. La docilidad al Espíritu es fuente de alegría. Por
ejemplo, quisiera hacer algo, pero siento que Dios me pide otra cosa, es allí
donde está la llamada del Espíritu. (cfr. Homilía, 14 de abril, 2016).
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