Evangelio lunes 25 de marzo 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Seis días
antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había
resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los
comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio,
ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó
con la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus
discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: “¿Por qué no se vendió este perfume
en trescientos denarios para dárselos a los pobres?” Dijo esto, no porque se
interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de
la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: “Déjala.
Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los
tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. °°° Juan 12,
1-11.
El
amor rompe las barreras del egoísmo y la falsedad. Alguien decía que: El amor
no calcula, no mide, no repara en gastos, no pone barreras, sino que sabe donar
con alegría, busca sólo el bien del otro, vence la mezquindad, los
resentimientos, la dureza que el hombre lleva a veces en su corazón. Jesucristo
es invitado a casa de sus tres amigos: Marta, Lázaro y María. Una cena que se convierte también en el
anticipo ante la muerte del Nazareno.
El amor expresado por María permite
descubrir la gran diferencia ante la actitud de Judas como una persona
mentirosa, mezquina, oportunista. Mientras María representa la nobleza del
amor, representado en la humildad, la entrega, la docilidad, la grandeza de su
corazón. Judas, representa a todos aquellos que utilizan a las personas con el
pretexto de un falso amor.
San Agustín
de Hipona afirmaba: “Toda alma que
quiera ser fiel, únase a María para ungir con perfume precioso los pies del
Señor... Unja los pies de Jesús: siga las huellas del Señor llevando una
vida digna. Seque los pies con los cabellos: si tienes cosas superfluas, dalas
a los pobres, y habrás enjugado los pies del Señor».
Es
muy cierto que el principio fundamental es el amor de Dios, el cual nos permite
descubrir el amor a los demás y nuestro compromiso con la empresa del amor en
la Iglesia. La congregación para la doctrina de la fe, afirmaba en algún
momento: “Del amor de Dios que llena el corazón, viene el verdadero amor al
prójimo, gratuito y universal.
Este amor
conlleva las exigencias de la justicia y es también aquella misericordia que no
permite que la justicia se convierta en venganza. La libertad tiene su ritmo
propio en el amor” (cfr. Instrucciones sobre la teología de la liberación).
El amor
debe ser concreto. Debe expresarse más en las obras mas no tanto, en las buenas
intenciones o palabras que se lleva el viento.
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