Evangelio domingo 31 de marzo
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Aquel
mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta
estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y
sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y
siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
Él les dijo: «¿De qué discutís entre
vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de
ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén
que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué
cosas?»
Ellos le
dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y
palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y
magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que
sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya
tres días desde que esto pasó.” °°° Lucas 24, 13-35
La
resurrección trae consigo los dones y las Gracias de Dios para la nueva vida
del mundo: El primer don es la paz como Gracia de Dios y responsabilidad
nuestra de cultivarla “Paz a vosotros”. El
segundo don: Se inicia una misión, hombres y mujeres somos enviados a
proclamar ese mensaje de reconciliación y unidad. El tercer don: El Espíritu Santo cumple la misión de darnos la
sabiduría y la fortaleza para continuar la obra que Cristo dejó.
El
cuarto don: El poder de perdonar pecados emana del resucitado. Los pecados
se perdonan en nombre de Cristo. El
quinto don: El amor de Dios se muestra condescendiente ante la debilidad
humana. Los discípulos de Emaús contemplan la bondad de Dios: “«¡Es verdad! ¡El
Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». (Lucas 24, 35).
El
Papa Francisco enseña que la resurrección de Cristo es nuestra fortaleza. En
el Credo repetimos esta expresión: “Al tercer día resucitó según las
Escrituras.” la Resurrección de Jesús, el centro del mensaje cristiano, que
resonó desde el principio y que ha sido transmitido para que llegara hasta
nosotros.
San Pablo escribe a los cristianos
de Corinto: “Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con
la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce.” (1 Corintios 15, 3-5).
La muerte y la Resurrección de Jesús
son justo el corazón de nuestra esperanza. Sin esta fe en la muerte y en la
Resurrección de Jesús nuestra esperanza ya no será ni siquiera esperanza. (cfr.
Homilía, 3 de abril, 2013).
EN EL AÑO DEL HIJO JESUCRISTO
Toda la vida de Cristo es Misterio de
Recapitulación.
Todo lo que Jesús hizo, dijo y sufrió, tuvo como finalidad restablecer al hombre
caído en su vocación primera: Cuando se encarnó y se hizo hombre, recapituló en
sí mismo la larga historia de la humanidad procurándonos en su propia historia
la salvación de todos, de suerte que lo que perdimos en Adán, es decir, el ser
imagen y semejanza de Dios, lo recuperamos en Cristo Jesús (S. Ireneo, haer. 3,
18, 1). (cfr. Catecismo # 518).
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